Capítulo Diecinueve

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Nunca he sido muy fan de las despedidas

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Nunca he sido muy fan de las despedidas. La sensación amarga que te dejan es de las que más odio y más si se trata de alguien al que te une algo especial. Y ese es el caso de James y yo.

Es innegable que ha surgido algo entre ambos, algo que no sé poner nombre ni voy a hacerlo, porque ni yo misma sabría decir cuál o cómo catalogarlo.

No quiero pensar mucho en ello, no de inmediato, porque me conozco y sé que voy a darle más vueltas de las que debería, comiéndome la cabeza y buscando más pegas que beneficios, repasando aquellos detalles que en un primer momento no le había dado importancia, pero que si le doy vueltas, la tendrán. Como no quiero, voy hacia el parking del aeropuerto respondiendo varios mensajes que me ha enviado Neus, Oriol y otros amigos, despejándome y riendo por algunas bromas que han puesto.

Necesito distraerme, no pensar en que James se ha ido y que no sé cuándo volveremos a vernos, desconectar por completo. Aunque lo más adecuado sería decir que necesito recuperar el control, algo que he perdido en estos días porque me he dejado llevar sin frenarme o decidir si estaba haciendo bien.

No obstante, es difícil ponerme a pensar en otra cosa cuando mi coche huele a su colonia. Y si lo hace mi coche, mi casa será aún peor...

Inconscientemente, me huelo las mangas del jersey, el que me ha prestado y suspiro, también huele a él.

¿Qué se me pasa por la cabeza? ¿Me he vuelto tonta?

Antes de arrancar, busco una playlist potente de música y sonrío al darme cuenta de que he elegido una del grupo de música que James me enseñó, las que tanto le encantaban a su hermana pequeña.

¿Es que mi mente no puede dejar de traicionarme y no hacer o pensar en algo relacionado con él?

Decido que al llegar a mi casa no haré nada provechoso, que procrastinaré mientras pido comida a domicilio y veré alguna película o serie de una de las plataformas que tengo contratadas, que eso es justo lo que me hace falta para desconectar, porque necesito hacerlo sí o sí.

¿Mal momento? —pregunta Pau cuando a través del manos libres del coche, le respondo la llamada.

—Estoy conduciendo, así que ve directo al grano —pido un poco seca—. De hecho, ¿qué quieres? Pocas veces me llamas a estas horas.

¿Se ha ido ya mi futuro cuñado? —se burla y me dan ganas de poner los ojos en blanco, no lo hago al estar conduciendo.

—Pau, ¿qué quieres?

Comida familiar en casa de mamá y papá —menciona y sé que está sonriendo sin verlo—. Podrías apuntarte y así...

—¿Así qué, Pau? —lo corto.

Puedes contarnos a mi mujer y a mí cómo te ha ido el puente. —En otras palabras, quiere que le cuente todo y cómo me ha ido. Es un cotilla—. Si quieres, claro, pero como nos lo presentaste...

La verdad tras su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora