Echo de menos a James.
Y esa sensación no me gusta para nada porque me siento impotente, no puedo hacer mucho para cambiarla, porque la situación es la que es.
Odio no saber qué hacer o cómo hacerlo, nunca me he pensando tanto algo, solo lo he hecho sin más.
Sí, hemos hablado alguna vez por mensajes, contándonos por encima y sin muchos detalles cómo estamos. Y sí, en esas ocasiones he sentido como si el tiempo no hubiese pasado entre los dos, he estado cómoda, al igual que él, y todo ha fluido como hacía siempre.
No obstante, eso no ha hecho que se me quite la sensación, al contrario, la ha aumentado.
Además, siempre ha sido por iniciativa mía. Es como si James no quisiera ser el que diera el primer paso en eso, como si no quisiese hablarme, y eso me genera contradicciones.
Sí, yo había sido la que le había dicho que se marchase a Estocolmo, pero porque lo necesitábamos los dos. Creía que con el paso de los días, él sería el que mandase el primer mensaje, el que hiciese el primer acercamiento. Pero no había sido así. Ni siquiera lo había sido después de que mandase yo el primero, las siguientes conversaciones también había sido yo la que las había iniciado.
Eso me hacía pensar que, quizá, él ya tenía su decisión tomada, que solo estaba dejando pasar un poco más de tiempo para que no estuviera todo tan reciente y hacer el mínimo daño posible, porque James es así de detallista y considerado.
—Entonces, ¿a qué estás esperando? —me pregunta Oriol en uno de los descansos que ambos tenemos en el hospital—. No te pega esto.
Él y Neus están siendo un gran apoyo para mí. Siempre lo han sido, pero durante estas semanas han estado a mi lado escuchando todo lo que tenía por decir, que no había sido poco. No tengo quejas, mi familia también ha estado ahí para mí, pero mis mejores amigos son con los que más horas he estado y saben la verdad.
A mis padres y mi hermano no les he explicado que le invité a que se marchase, porque no me entenderían y no me apetecía aguantar a Pau siendo él.
—¿A qué te refieres con esto?
—El dejar pasar el tiempo, el ver las cosas venir sin hacer nada... —específica y me mira con una ceja alzada—. Siempre has sido de tomar la iniciativa. Entendía que después de los primeros días, incluso semanas, no lo hicieras porque no estabas bien, pero ¿ahora qué te lo impide?
Es una muy buena pregunta que no sé responder, ¿es el miedo a lo que pueda pasar? Por mucho que haya aceptado, o más o menos, que por mi decisión quebré la confianza entre James y yo, y que quizá es irreparable, hay una pequeña parte de mí que tiene esperanza de que eso no ocurra y que podamos solucionar nuestros problemas.
—¿Crees que debo tomarla? —rebato.
Él chasquea con la lengua ante mi pregunta y se encoge de hombros.
ESTÁS LEYENDO
La verdad tras su sonrisa
RomanceJames tiene un flechazo inmediato, y Mireia, aunque no lo admita, es consciente de que la tensión estalla cada vez que sus miradas se cruzan. **** Para James Watson, el día a...