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Habían ciertos requisitos que Hange y Moblit tuvieron que llevar a cabo para adoptar a Nina hace tantos años, una de ellas, y de las más importantes, fueron las visitas recurrentes a un terapeuta, después de todo la pelirroja era una niña pequeña ...

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Habían ciertos requisitos que Hange y Moblit tuvieron que llevar a cabo para adoptar a Nina hace tantos años, una de ellas, y de las más importantes, fueron las visitas recurrentes a un terapeuta, después de todo la pelirroja era una niña pequeña que vivió muchas situaciones que ella no debió vivir y necesitaba más contención de la que sus padres adoptivos podían darle.

Habían pasado diez años desde ello, pero aún así Nina estaba allí, sentada en ese sofá de cuero rojizo que veía hace más de diez años y lo conocía a la perfección. Un suave suspiro brotó de sus labios recostando su cabeza en el suave cabecero e hizo un leve movimiento hacia atrás para respirar hondo, dispuesta a hablar sobre todo lo que había vivido en esa semana que no había visto a la mayor.

—¿Cómo haz reaccionado al nuevo medicamento?.-Preguntó la mujer con tranquilidad apenas sintió que la menor ya estaba cómoda en su asiento mientras que sus uñas rojizas y largas chocaron lentamente con el borde de la libreta que utilizaba para sus anotaciones.

Nina lanzó otro suspiro y sintió sus mejillas algo entumecidas por andar sonriendo todo el día aunque a veces no quisiera hacerlo de todo corazón, sólo habían pocas ocasiones dónde podía dejar que sus verdaderos sentimientos se hicieran visibles en su rostro y una de ellas era cuando se encontraba con su terapeuta. No era falsedad como pensaban algunos, simplemente no quería demostrar su propio sufrimiento hacia las demás personas, prefería ser ella quién los hiciera sonreír y quitarles algo de peso, con eso se sentía bien.

—Volví a tener las pesadillas con ese hombre, no todas las noches, suceden aleatoriamente, pero cuándo ocurre no puedo evitar tener un ataque de pánico.-Explicó con la mayor tranquilidad posible intentando recordar exactamente lo que le había explicado su propio padre adoptivo.

Ella misma no recordaba demasiado lo que ocurría cuándo tenía ese tipo de ataques, su cabeza lo eliminaba, por esa razón Moblit se tomaba el tiempo de decirle exactamente que le había ocurrido para que pudiese hablar con la terapeuta. Sus padres adoptivos estaban preocupados por su condición y no los culpaba, ambos sabían muy bien que ellos sólos no podrían alejar a su hija de esos traumas y por eso buscaban ayuda profesional.

—¿Quieres hablar sobre eso?.-Preguntó la mujer de rasgos asiáticos devolviéndole una mirada suave, pero al mismo tiempo lo suficiente ajena como para no involucrarse demasiado en los asuntos de sus pacientes, después de todo no podía dejar que la historia de esa niña la afectara, era una profesional.

La pelirroja desvío la mirada al escuchar esa interrogante y no pudo evitar apretar el borde de su falda rosada entre sus dedos. En ese momento sintió que la zona de su vientre picaba un poco, justo en ese lugar que ese bastardo había lastimado cuándo ella era tan sólo una pequeña, intentó respirar con lentitud varias veces, justo como la misma terapeuta le había enseñado y por fin pudo dejar salir alguna palabra de sus labios.

—Sólo recuerdo fragmentos de cuándo viví en esa casa, cosas como escuchar como ese hombre golpeaba y forzaba a mi madre para tener relaciones cuándo él estaba muy ebrio, después de eso entraba en mi habitación y...

Queen of disaster; Jean KirsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora