18.

1K 185 80
                                    

Paredes llenas de humedad, botellas tiradas por todo el suelo de la sala y una destartalada televisión bastante antigua era lo único que la pequeña pelirroja podía visualizar en ese diminuto ambiente dónde vivía junto a las dos personas que la hab...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Paredes llenas de humedad, botellas tiradas por todo el suelo de la sala y una destartalada televisión bastante antigua era lo único que la pequeña pelirroja podía visualizar en ese diminuto ambiente dónde vivía junto a las dos personas que la habían traído al mundo. Esa era la única vida que conocía, no iba a la escuela y sólo se quedaba todo el día en su hogar buscando alguna manera de ayudar a su madre.

Pero en ese momento pudo relajarse un poco y se quedó maravillada cuándo la pantalla de la televisión comenzó a mostrar la película que ella había colocado en el reproductor. No podían pagar el cable para que la niña viese dibujos animados, pero una de las clientas de su madre le había obsequiado una cinta que contenía una película de princesas bailarinas que Nina adoraba con cada fibra de su corazón. La pelirroja realmente deseaba bailar como esas niñas que mostraban en la pantalla.

—¡Eres una maldita puta inútil que no sirve ni para follarsela!.-Gritó una voz bastante conocida para la pobre niña de cinco años que estaba demasiado metida en la película hasta que su padre causó una angustia irreparable en su corazón.

Sus pequeñas manitas comenzaron a temblar y sintió como las lágrimas se juntaban en el borde de sus ojos, pero no derramó una sola lágrima, temía que su padre las viera y la castigase como en otras ocasiones. Intentó centrarse en la película animada que se estaba reproduciendo frente a sus ojitos, pero en ese momento un fuerte golpe se escuchó desde la habitación de sus padres y eso provocó más terror en su interior.

La niña juntó todo su valor para levantarse del suelo y, pese a lo que su instinto decía, caminó hasta la habitación de sus padres, no se demoró demasiado, era un apartamento muy pequeño. La puerta estaba entreabierta y la pelirroja no tuvo mejor idea que asomar su cabecita para ver que estaba ocurriendo entre sus progenitores, algo que nunca debió hacer.

Tuvo que cubrir su boca con sus manitos para no gritar del susto cuándo vió la pequeña figura de su madre arrodillada en el suelo con un hilo de sangre bajando por su nariz, su cabello rojizo estaba totalmente desaliñado, casi como si alguien lo hubiese jalado y sus enormes ojos azulados miraban a su esposo con un profundo asco y un terror mucho más grande que cualquier cosa que haya sentido en su corta vida.

—Cariño, por favor, no grites, Nina está en la sala.-Rogó la joven pelirroja, no deseaba que su hija viera como su padre golpeaba a su madre de esa manera, mucho menos quería que su pequeña pecosa escuchase las barbaridades que el mayor era capaz de soltar.

No era la primera vez que la golpeaba tampoco sería la última, e Isabel Magnolia sabía que nunca debió casarse con ese hombre algo mayor que decía amarla pese a ser una jodida adolescente que no entendía nada de la vida, mucho menos debió escaparse de la casa segura de sus padres cuándo supo que estaba embarazada de su amada Nina. Su vida había ido a cuestas cuándo conoció a ese hombre y sentía que todo hubiese sido mejor si nunca se hubieran cruzado sus caminos.

Queen of disaster; Jean KirsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora