Nina necesitaba mantenerse ocupada. Era algo que hacía desde pequeña, siempre fue un método de defensa para las situaciones que ella no sabía manejar con totalidad.
Cuándo vivía con su familia biológica se ofrecía a entregar la ropa que su madre lavaba para distintos ricachones de un barrio que estaba a casi cincuenta minutos de su hogar, pero aún así se ponía su única muda de ropa decente y salía con una enorme sonrisa a entretenerse durante toda la tarde. Las mujeres que recibían las prendas siempre la recibían con amabilidad y muchas veces la dejaban pasar para que tome alguna bebida caliente cuándo el invierno caía sobre sus cabezas o una fría limonada cuándo la niña no podía seguir por el calor.
Si le preguntaban a Nina diría que esos eran unos de los pocos momentos que podía disfrutar cuándo era tan sólo una infante, esos y cuándo se quedaba gran parte de la mañana con su madre ayudándola a que todo esté listo para los pedidos. Quizá su mamá tenía las manos llenas de heridas por lo mucho que trabajaba o su rostro no podía demostrar mucha felicidad gracias a los moretones que lo cubrían, pero la pequeña Nina no le veía nada de malo a eso cuándo era una infante, después de todo era la única realidad que conocía.
Nina negó con la cabeza cuándo recordó el rostro cubierto de moretones que su madre biológica ocultaba del mundo e intentó no pensar nuevamente en ello, habían pasado muchos años desde que dejó atrás esa vida y ahora era feliz junto a sus padres adoptivos, era lo único que importaba. Con ese pensamiento en la cabeza siguió bajando por las largas escaleras que conectaban con cierto lugar que sus dos mejores amigos utilizaban para fumar durante los recesos.
Giró por uno de los descansos de la escalera y frunció el ceño cuándo se encontró únicamente al rubio descansando su cabeza contra una de las ventanas y quitándose el cigarro de la boca al momento que escuchó los ligeros pasos de una persona. Era obvio que Nina no aprobaba que Porco fumase y mucho menos en la escuela, pero ella no era su madre y ya se lo había dicho muchas veces como para insistir nuevamente.
—Pokko, te estuve buscando.-Anunció quitando el ceño fruncido de su rostro, simplemente apretó los cuadernos que tenía entre sus brazos y puso la sonrisa más tranquila que pudo hacer en ese momento.
A decir verdad, tuvo un enorme problema cuándo debió mantener la compostura delante de Jean. Ella sabía como ocultar sus sentimientos, era algo que venía haciendo desde que la sacaron del infierno que era su vida anterior, pero fue complicado no explotar cuándo el castaño la miraba con esos brillantes ojos ámbar que lograban despertar versiones de ella misma que ni siquiera conocía en su totalidad.
—No me digas así en la escuela, tontita.-Soltó el rubio al ver que los pensamientos de su mejor amiga se estaban yendo por otro sitio, algo que era bastante usual en la pelirroja y no vio necesario el marcarlo.
—Está bien, lo siento, sólo quería que prepares el presupuesto del club de carpintería.-Exclamó la muchacha de bonitas pecas sacando una hoja entre los papeles que estaban perfectamente ordenados dentro de los cuadernos que no soltaba.
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Queen of disaster; Jean Kirstein
Fanfiction"Me tienes dando vueltas como una bailarina. Eres el chico malo con el que siempre soñé. Tú eres el rey y, cariño, yo soy la reina del desastre." Jean Kirstein no era el típico chico malo que todo el mundo creía y nadie mejor que la reina del desast...