Un paso seguido de otro, sus piernas se levantaban de manera sumamente limpia y volvían al suelo con una ligereza que venía entrenando desde que era sólo una niña pequeña. El mundo no existía a su al rededor, la música era su única compañera y su propio cuerpo la manera en la que podía comunicarse.
Uno, dos y tres, fue lo único que murmuró antes de dar el salto que sus compañeros y ella debían realizar, sonrió con autosuficiencia cuándo logró hacerlo a la primera, no como en su hogar, y al instante se colocó sobre una de sus puntas para dar el giro necesario. Su cuello estaba estirado de una manera que lograba parecer más largo y sus brazos se alinearon a la perfección al terminar el giro que, en su casa, la había dejado en el suelo, pero a la hora de hacerlo frente a su profesora logró salir de manera exitosa.
Una sonrisa de satisfacción cruzó sus labios y se sintió mucho mejor al dar el siguiente paso que dictaba la coreografía, el sudor brillaba en su frente y su respiración estaba comenzando a aumentar cada vez más a medida que la emoción era desprendida en cada uno de sus movimientos. Fue en ese mismo momento que la música se cortó de pronto y todos vieron como su intachable profesora se colocaba frente al espejo que estaba delante de ellos.
Nina se bajó de sus puntas con una naturalidad que adquirió con los años y sintió como sus pulmones rogaban un poco de descanso luego de practicar por más de dos horas seguidas, pero extrañamente su ánimo había subido considerablemente, quizá fue porque realmente el baila provocaba unas mariposas en su interior que podían aplacar todo sentimiento negativo en su sistema.
—¡Tiempo de estiramientos, busquen un compañero!.-Exclamó su profesora con una voz clara y firme la cuál no dejaba lugar para algún tipo de negación por parte de sus alumnos. La señorita Lara Tybur siempre fue una mujer imponente que lograba transmitir algo de miedo, pero sobre todo respeto.
Nina vió como algunos de sus compañeros hacían equipos entre ellos y otros intentaban acercarse a ella, pero el primero en hacerlo fue cierto rubio que la superaba en altura y poseía una suave mirada ámbar en sus ojos que transmitía bastante amabilidad de su parte. Ese adolescente no era nadie más que Colt Grice, un chico que conocía hace algunos años y el único que realmente podría considerar amigo en esa academia.
—¿Lo hacemos juntos?.-Preguntó por simple cortesía, pero la pelirroja agradeció que haya sido él quién fue a pedírselo. Sabía que algunos de sus compañeros hablaban mal de ella por ser una de las favoritas de la profesora y no deseaba que le tocase con esas personas, le hacían sentir algo incómoda.
Nina aceptó rápidamente mientras le regalaba una suave sonrisa al menor de ambos y no tardaron demasiado en comenzar a estirar, después de todo no deseaban que la señorita Tybur los regañase. El rubio se colocó detrás de la pelirroja, luego de escuchar la afirmación ajena, mientras ella se sentaba en el suelo y comenzaba a estirar sus piernas sintiendo el leve peso que el rubio colocaba sobre su espalda para que siguiera bajando.
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Queen of disaster; Jean Kirstein
Fanfiction"Me tienes dando vueltas como una bailarina. Eres el chico malo con el que siempre soñé. Tú eres el rey y, cariño, yo soy la reina del desastre." Jean Kirstein no era el típico chico malo que todo el mundo creía y nadie mejor que la reina del desast...