"Me tienes dando vueltas como una bailarina. Eres el chico malo con el que siempre soñé. Tú eres el rey y, cariño, yo soy la reina del desastre."
Jean Kirstein no era el típico chico malo que todo el mundo creía y nadie mejor que la reina del desast...
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La fiesta siguió.
Ambos intentaron olvidar todos sus problemas anteriores y se unieron a los amigos de la pelirroja para disfrutar de la fiesta que Evie había organizado con tanto esmero. El castaño sintió la mirada oscura de la mejor amiga de Nina sobre él, advirtiéndole que no haga nada de lo que se arrepienta, pero intentó ignorarlo al ver la enorme sonrisa que se deslizaba por los labios rojizos de la pecosa.
Jean decidió disfrutar mientras el rubio amigo de la pelirroja le alcanzaba distintos tipos de tragos y Nina no bebía con la excusa de tener clases de ballet al día siguiente, fue una mentira, ella no podía beber por la cantidad de medicamentos que consumió en el día, pero eso no era algo de lo que Jean debía enterarse. Bailaron toda la noche, no demasiado cerca ya que Porco se encargaba de ser quién bailase más con su mejor amiga en todo momento, pero se divirtieron bastante.
O eso fue hasta que Jean no aguantó toda la bebida que consumió y casi se cae de rostro al piso cuándo otro de los amigos de Nina intentó darle un pequeño giro para bailar juntos.
Nina se asustó bastante y decidió devolverle el favor que el castaño le hizo cuándo ella misma se había embriagado en la fiesta de principio de año. Le rogó a Pieck que le prestase su motocicleta y la azabache no pudo negarse ante los ojos suplicantes de su mejor amiga, después de todo Nina había conseguido su licencia y era la única que no había consumido ni una gota de alcohol así que confiaba en que la cuidaría.
Con llaves en mano y su cuello cubierto por una bufanda blanquecina que sacó de la habitación de Evie, salió de la vivienda tomando a cierto castaño de la mano. Jean parecía desear quedarse en la fiesta, pero estaba demasiado desconcertado como para reconocer que ya había bebido demasiado, por esa misma razón Nina ignoró las quejas infantiles de su reciente amigo y prosiguió a arrastrarlo hasta el garaje dónde estaba estacionada la motocicleta de su mejor amiga.
Sacó la motocicleta del garaje y se aseguró de cerrar bien la puerta, tenía algo de sueño, pero no sería tan idiota como para dejarse ese pequeño detalle. El castaño la esperaba sentado en el borde de la calle con la mirada perdida en algún lugar que la pelirroja no logró comprender, pero aún así dejó salir una pequeña risita por lo bonito que se veía estando distraído. Los ojos ámbar parecían algo cristalizados por la bebida que consumió y sus mejillas levemente sonrojadas por el alcohol en sangre sumado al frío de la noche provocaba una sensación sumamente cálida en Nina.
—Debemos irnos.-Declaró la pelirroja llamando la atención del más alto que simplemente giró su cabeza algo distraído ante las palabras de Nina.
Se volvió a encontrar con la mágica imagen de una bonita hada pelirroja cubierta de pecas y una resplandeciente sonrisa que podía alumbrar toda la calle pese a ser pasadas las cuatro de la madrugada. Sintió sus propias mejillas calientes y no pudo resistirse cuándo Nina volvió a tomar su mano para ayudarlo a pararse, sintió que podría caerse otra vez, pero ahí estuvieron los fuertes brazos de la más baja para ayudarlo, aunque no pareciera ella tenía una fuerza impresionante.