Capítulo 11

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~ ⸙ ~



—¿Qué sucede? —Me apoyé contra el marco de la puerta e intenté no sonar tan agotado como me sentía.

Jaebum no se dio la vuelta.

—Si querías sorprenderme, quizá no deberías haber bajado las escaleras sonando como un elefante herido.

Me quedé mirando la biblioteca. Libros se alineaban en las paredes y solo se detenían en una ventana o una puerta. La torreta a lo largo de la casa iba en espiral en la esquina y dejaba entrar mucha luz a pesar de la invasión de los árboles.

—Estoy muy orgulloso de mí por los dos.

Mi pierna izquierda se había curado bien, incluso podía soportar mi peso sin demasiado dolor. El hueso estaba fuerte, pero la piel picaba y se estiraba donde las puntadas corrían a lo largo de mi muslo. Solo esperaba que las cicatrices no fueran demasiado perceptibles.

—Puedes fingir que lo conseguiste.

Jaebum estaba sentado en un amplio escritorio de trabajo y tenía una lupa con luz encendida. Entré en la habitación y descansé en el brazo de un raído sofá. Esta parte de la casa parecía más fría, más utilizada que mi polvorienta habitación.

—¿Qué estás haciendo?

Respiró hondo y se inclinó hacia atrás.

—Estaba trabajando.

—¿En qué?

Di unos cuantos pasos más hasta que estuve detrás de él. Agitó las manos en el escritorio. Un libro antiguo estaba abierto frente él. La página de la izquierda tenía tinta negra en el papel. El lado derecho estaba desvanecido, las letras casi indistinguibles. Pequeños frascos de tinta salpicaban el escritorio, y una amplia selección de plumas y lápices estaban junto a una taza de café a un lado. Un par de libros, con sus tapas desgastadas y usadas, estaban apilados en el borde, como si esperaran su turno bajo la lupa.

—Por eso tus dedos están negros. Por tinta.

—Denle un premio al señor. —Me miró—. ¿Qué sospechabas?

—En realidad tenía dos teorías.

—¿Sí?

—Mecánico o asesino casual al que le gusta cavar tumbas a mano.

Se rio y negó, su cabello desordenado soltó un olor limpio a champú.

—Ambas excelentes conjeturas.

Algo sobre su risa aceleró mi corazón.

—¿También restauras libros?

Asintió.

FOREST ||2JAE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora