Capitulo 22

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~⸙~




La lluvia empapó mi ropa hasta que mi piel la sintió, mis dientes castañeaban sin parar. Jaebum estaba sentado detrás de mí en la cuatrimoto, a menudo con la cabeza inclinada hacia adelante sobre mi tembloroso hombro. Había dejado de tiritar, lo que me preocupaba más que cualquier otra cosa.

Habíamos esperado detrás del árbol mientras hacía todo lo posible para detener el sangrado de Jaebum. La bala había salido limpia, pero no sabía si había afectado algún órgano. La sangre me preocupaba, la mancha carmesí empapaba su camisa a pesar de mis intentos de detener el flujo. Y su respiración había tomado un feo siseo. Quería esperar hasta que oscureciera antes de movernos, pero me negué. No podía quedarse en los fríos bosques mucho tiempo con su pérdida de sangre. Así que, a pesar de sus protestas, me había lanzado a una cuatrimoto, la puse en marcha y la llevé a donde estaba. Había conseguido subir detrás de mí, y luego salimos a través de los árboles.

La lluvia había comenzado solo una hora más tarde, el olor del agua mezclándose con la tierra. El suelo del bosque se convirtió en un desorden, y no pude luchar contra el frío. En lugar de tratar de llegar a la casa, que estaba a dos horas de distancia, me dirigí hacia la choza. Recé para que todavía tuviera techo. Si podía conseguir algún lugar seco, podría tender a Jaebum y calentarlo.

Avancé a través de un matorral quitando las vides, el paso raspó debajo de la cuatrimoto. Al menos la cabaña estaba bien escondida, aunque no tenía ninguna razón para creer que quien disparó a Jaebum no la conociera. Guardé ese pensamiento y decidí preocuparme más tarde. Tenía suficiente en mi plato.

Una vez atravesé la primera pared de follaje, vi la choza de frente. Como de cinco por cinco metros, la estructura de madera estaba construida toscamente tallada entre árboles cercanos. El techo consistía en una paja de pino, con una esquina completamente podrida. Mierda.

Conduje hasta ella y miré a través de la oscurecida puerta. Sin ventanas, solo una estrecha entrada. Tendría qué funcionar. Una ráfaga de rayos atravesó el cielo, y el trueno los siguió, el ruido profundo y fuerte.

—Jabum.

—Mmph. —Se apretó alrededor de mi cintura.

—Vamos. Estamos aquí. Tengo que conseguir meterte. —Saqué la pierna y me deslicé fuera de la cuatrimoto. Me miró con ojos vidriosos, su cabello mojado pegado a su cabeza.

—¿Aquí? —Su respiración resolló y salió.

—Sí. —Busqué en mi mochila y agarré mi pistola, luego encontré mi linterna, la cual tomé entre los dientes. Coloqué su brazo sobre mis hombros y tiré, manteniendo mi arma en mi mano libre. Se levantó de un salto y luché bajo su peso. Se detuvo, su aliento sonaba.

FOREST ||2JAE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora