"...El hombre que restauraba libros antiguos y cuidó de mi pierna lesionada no era un asesino. Pero del hombre que acababa de ahogarme hasta casi hacerme desmayar, no estaba tan seguro..."
||2Jae||
||Adaptación||
Inicio: 26/08/2020
Fin: 15/11/2021
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~⸙~
—¡Oye!
Mi mejilla derecha picó, y mis oídos pitaron.
—¡Oye, jodidamente despierta! —Alguien gritó y me dio una bofetada, el sonido fue como un disparo.
Abrí los ojos e intenté alejarme, pero no podía moverme. Mis muñecas y tobillos estaban atados. Jackson se levantó de nuevo para golpearme.
—¡Detente! —Luché, pero tropecé con algo robusto y caí de costado.
Parpadeé fuerte, pero solo uno de mis ojos se abrió. El débil interior de la choza me saludó mientras Jackson me tiraba, levantaba y me empujaba contra la pared.
—Quédate quieto.
Cogí aire para gritar. Puso una mano sucia sobre mi boca y se inclinó en mi rostro.
—Grita, y pondré una bala en tu cabeza. —Respiré a través de la nariz—. De todos modos, nadie te oiría.
Se sentó de nuevo sobre sus muslos, la luz que se filtraba a través de la puerta solamente iluminaba la mitad de su rostro. La enmarañada barba parecía incluso más sucia, con rayas formando dos líneas oscuras a cada uno de los lados de su boca. Se rascó la piel con saliva en una mano y mi arma en la otra.
—Déjame ir. —Miré hacia la puerta.
—A ninguna parte. Ahí es a dónde irás. —Se rascó más fuerte—. Te dije que dejaras de cavar. Te dije que te fueras bien lejos. —Su voz creció hasta convertirse en un grito—. ¡Te dije que volvieras por donde habías venido!
Me encogí contra la pared mientras su rostro se contorsionaba en una máscara de rabia.
—Por favor, déjame ir —contesté. El dolor en mi cabeza florecía como la flor más cruel, y probé mi sangre—. Por favor.
—¡No puedo! Encontraste a tu padre. —Tiró de su barba—. Eso volverá a mí. No puedo tener eso. No, no puedo. —Sacudió la cabeza. —Por supuesto que no puedo. No, no, no puedo. No.
—No se lo diré a nadie. —Me moví hacia delante, intentando mirar sus ojos, tratando de convencerlo de que mi vida valía más que una bala y otra tumba poco profunda—. Por favor.
—¡Deja de decir por favor! —Mantuvo la pistola apuntándome—. No puedo cambiarlo. Ahora no. Es demasiado tarde. —Se apoyó contra la pared opuesta—. ¿Por qué no escuchaste? ¿Por qué?
