"...El hombre que restauraba libros antiguos y cuidó de mi pierna lesionada no era un asesino. Pero del hombre que acababa de ahogarme hasta casi hacerme desmayar, no estaba tan seguro..."
||2Jae||
||Adaptación||
Inicio: 26/08/2020
Fin: 15/11/2021
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~⸙~
Corrí rápido pero no lo suficientemente fuerte para lastimar mi pierna. Vadeando a través del suelo sembrado de hojas, me sentía eléctrico. Cada paso me alejaba de Jaebum, pero también me llevaba directo a sus brazos. Había hecho mi elección. Salté un pequeño arroyo y corté a la izquierda, corriendo por una pendiente fácil. Mis pies resbalaron en un parche de hojas mojadas. Desaceleré para no caer.
Ahí es cuando escuché los pasos de Jaebum.
Una emoción me invadió. Mi cuerpo avanzó con más fuerza, y aceleré alejándome, las endorfinas me decían que podía derrotarlo, que podía escapar, aunque no era mi intención. Pasé junto a los silenciosos árboles. Los miré mientras corría por mi vida, mi mente conjurando a un asesino que me perseguía. Un asesino con el rostro de Jaebum. El miedo me tomó, dándome alas mientras continuaba atravesando un claro. Los pasos de Jaebum se hicieron más fuertes, la tierra crujió bajo él cuando atravesé la línea de árboles y me lancé a la derecha. Cinco pasos más. Eso fue todo lo que conseguí.
Jaebum me lanzó al suelo, sus fuertes brazos me envolvieron mientras caía. Golpeé el suelo del bosque con fuerza, el aliento se escapó de mis pulmones con un sonido. Gruñó, y yo arrojé un codo a sus costillas mientras intentaba arrastrarme lejos de él.
—No tienes ni una oportunidad, Rojo.
Agarró la parte superior de mi brazo y me tiró de regreso. Apoyando mis brazos sobre mi cabeza, me fulminó con la mirada. Su pulso tronaba en su garganta, y sus ojos eran salvajes, con sus pupilas enormes. Me montó a horcajadas, sus fuertes muslos manteniendo mis piernas juntas. Sujetó mis muñecas en una mano, utilizó la otra para asir un puñado de mi camiseta.
—No te dejaré ir. No puedo. No ahora. —Tiró de la camisa, y la arrancó de mis hombros—. Di negro.
—No. —Traté de liberar mis muñecas, pero su agarre era como una banda de hierro.
Volvió a tirar y la camisa se rompió. Se inclinó y mordió uno de mis pezones. Me arqueé y gimoteé mientras me hablaba, luego mordió el otro pezón. Mordió dentro, en mi duro pezón izquierdo, y chillé ante la fuerte quemadura.
—Di negro. —Gruñó y pasó su mano por mis jeans.
—¡Vete a la mierda!
Me retorcí, un palo se aplastó contra mi omóplato derecho. Tiró tan fuerte de mis pantalones que mis caderas se levantaron del suelo. El botón saltó y la cremallera se rasgó. Cuando sus dedos fueron dentro de mis boxers y le dio un apretón a mi erección ansiosa mi cabeza se nublo aun mas, luego hundió dos dedos dentro de mí. Grité ante la súbita intrusión. En respuesta, mordió mi pecho suficientemente fuerte para casi romperme la piel.
