"...El hombre que restauraba libros antiguos y cuidó de mi pierna lesionada no era un asesino. Pero del hombre que acababa de ahogarme hasta casi hacerme desmayar, no estaba tan seguro..."
||2Jae||
||Adaptación||
Inicio: 26/08/2020
Fin: 15/11/2021
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~⸙~
—Necesito probarte. —Jaebum se levantó en el sofá mientras ajustaba sus almohadas.
—Esta es la quinta, no, la sexta vez que mencionas eso desde que salimos del hospital. —Terminé de acomodarlo.
Había acampado en el sofá para poder verme durante los días. Yo andaba por la casa, limpiando y tratando de volver a mi mejor forma al tiempo que lo regañaba sobre la esclavitud mientras estaba de acuerdo y miraba mi trasero. Me negaba a dejar que la herida en mi hombro me ralentizara, y me tentaba volver hacia el bosque para inspeccionar la tumba que había encontrado.
—Creo que es una solicitud válida. —Me agarró el trasero cuando terminaba de sacudir y me levanté.
—Sabes lo que dijo el doctor.
Agarré su muñeca, e intenté moverla lejos de mí. Al principio peleó, pero luego maldijo en voz baja y me soltó.
—Cuando esté mejor, voy a dejar ampollas en tu trasero con mi mano, Rojo.
Mi corazón saltó con la amenaza, pero adopté un tono remilgado.
—Tendrás que atraparme primero.
Acaricié su garganta y mandíbula, la enfermera no la afeitó.
—Siempre te atrapo. Y te encantará cada segundo de tu castigo. —Miró mi hombro—. ¿Cómo está?
Retrocedí un paso más y tiré de mi camisa.
—Mucho mejor. Me quité los puntos esta mañana.
Habíamos regresado a casa hace una semana. La fuerza de Jaebum estaba volviendo, pero el médico le advirtió contra cualquier intento físico de intensa actividad hasta que su pulmón se hubiera curado completamente. Así, a pesar de mi paciente reticente y de mi propio deseo de subir encima de él y tener sexo, teníamos que esperar. Pero eso no significaba que no pudiera molestarlo. Sus ojos se encendieron mientras miraba mi piel desnuda.
—Más. —Su severa voz me tuvo mordiéndome el labio.
—Creo que ya viste suficiente.—Qué tonto—. Está sanando muy bien.
Empecé a tirar de mi camiseta a su lugar de nuevo.
—No te atrevas. —Hundió un dedo en mi pecho, los músculos desnudos a lo largo de su torso se tensaron con el movimiento. —Muéstrame.