Capítulo 9

98 10 0
                                    

Jaebum había sido honesto en lo de su falta de destreza culinaria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Jaebum había sido honesto en lo de su falta de destreza culinaria. Luché para retener su desayuno de huevos secos y tostadas. Desapareció mientras comía y solo apareció de nuevo cuando terminé media hora después.

—Tengo que orinar. —Miré una puerta que sospechaba llevaba a un baño.
Se inclinó y recogió mi bandeja, luego la puso en el amplio armario.

—Temía que dijeras algo así.

—¿Qué, nunca haces pis? —Luché contra lo extraño de la situación, pero empezó a abrumarme.

—Claro, pero puedo hacerlo todo solo, a diferencia de ciertos chicos entrometidos.

La sonrisa estaba de vuelta.

—A: Soy un adulto, no un niño pequeño. —Mi voz se elevó, con la irritación ganando sobre el miedo—. B: Vete a la mierda. C: si me dejaras ir, no tendrías ese problema.

—Te olvidaste de la D.
Parpadeé, sin saber si estaba siguiendo mi discurso o solo siendo obtuso.

—¿D?

—Realmente necesitas una D.
Tomó mi edredón y lo arrancó.

—¡Oye! —Me estiré, pero mi pierna quemó. Me incliné hacia atrás y tomé un profundo aliento, luchando contra una oleada de náuseas.

—¿Puedes caminar?

Le fruncí el ceño.

—¿Lo parece?

—Pete me deberá por esto. —Y con sorprendente dulzura, deslizó un brazo bajo mi espalda y el otro debajo de mis muslos.

—¿Quién es Pete?

—El sheriff Crow.

Me levantó fácilmente y se dirigió hacia el baño. Apreté su camisa mientras mi cuerpo se ajustaba al cambio, mi sangre fluía a diferentes velocidades, los nervios en mi pierna me alertaban de los daños en nuevas, tortuosas formas.

—Creo que voy a vomitar.

—Dios, vaya que me deberá. —Se detuvo y me abrazó mientras cerraba los ojos y trataba de luchar contra las náuseas—. Solo respira. Respira despacio. Dentro... fuera. Vamos, combina la tuya con la mía.

Su pecho se expandió lentamente, y lo seguí, tomando una respiración profunda y dejándola salir junto a él. Se quedó allí, sosteniéndome y respirando por unos segundos hasta que asentí. Le eché un vistazo y me sorprendí al encontrar preocupación en conflicto con su irritación.

—Gracias. Estoy mejor.

—De nada. —Lo dijo a regañadientes, como si las palabras no pasaran por su lengua—. Hagamos esto. —Se movió lentamente, con cautela, llevándome por la puerta y entrando en el pequeño baño—. Tengo algo de buena mierda en mi cuarto. Debería haber pensado en eso. —Frunció el ceño—. De todas formas, una vez tu estómago se calme, probablemente en el almuerzo, te traeré algunas pastillas, ¿de acuerdo?

FOREST ||2JAE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora