Capítulo 4

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Me senté en el mostrador del grasiento restaurante de la pequeña ciudad

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Me senté en el mostrador del grasiento restaurante de la pequeña ciudad. Browerton era el punto de semi-civilización más cercano a la finca Lim. Tenía una población inferior a la de mi universidad, pero era lo suficientemente grande para ser el asiento del condado de Millwood.

Había pasado una semana en la escuela preparando todo y evitando más problemas con el Dr. Stallings. Estaba dispuesto a pasar mis tres meses en la finca Lim, volando bajo el radar de Lim Jaebum todo el tiempo.

-¿Lo de siempre? -Bonnie se levantó y me sirvió una taza de café.

-Por favor.

Se giró y gritó a través de la ventana a la cocina.

-Ty, dos estrellados, con tocino extra crujiente a un lado y sémola de queso.

-¡Oído! -gritó una voz masculina en respuesta, en realidad nunca había visto a Ty, y eso que había comido en el restaurante tres veces.

Giré la cabeza hacia la izquierda y estudié el tablero de corcho al final del mostrador. Ganado para la venta, trabajo en un molino de madera y varios carteles de personas desaparecidas. Mi padre podría haber estado allí, con su descripción sujeta por una grapa y cero probabilidades de ser encontrado.

-Entonces, ¿dónde has estado?

Bonnie se apoyó en el mostrador y observó la carretera del condado a través de las ventanas. Los camiones de granja pasaban sobre los baches bajo su mirada curiosa. Parecía tener unos cuarenta años y era amable. Sospechaba que ella y Ty estaban casados. Su acento sureño era más pronunciando de lo normal, pero me parecía familiar y agradable al mismo tiempo. A veces me preguntaba si habría conocido a mi padre. Nunca se lo pregunté. Remover el pasado tan pronto conduciría al desastre.

-Tuve que volver a la escuela y todos mis permisos y fondos se vieron limitados.

Bebí mi café, moviendo la lengua mientras la cafeína se abría paso en mí.

-¿Crees que encontrarás algo allí, en el bosque?

El chisporroteo de tocino y el olor a grasa y mantequilla flotaron en el aire. Calenté mis frías manos alrededor de la taza de café y miré hacia sus pensativos ojos marrones.

-Eso espero.

-¿No tienes miedo de estar ahí fuera solo? ¿Y si algo te atrapa? ¿Sabes que había una chica de la universidad del condado que jura que vio huellas de Pie Grande en el bosque? Hizo esos moldes de yeso...

La puerta detrás de mí se abrió y Bonnie se enderezó, lanzando los hombros hacia atrás para maximizar sus curvas.

-Sheriff Crow.

-Buenos días, Bonnie. -El sheriff entró y dejó caer su sombrero sobre el mostrador antes de deslizarse sobre el taburete a mi izquierda-.Buenos días, señor.

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