Capítulo 3

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El Dr

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El Dr. Stallings revisó mis documentos de aprobación, sus rubias arenosas cejas alzadas al comprobar cada firma.

—Están todas allí. —Saqué mi cabello de mis ojos e intenté calmar mis nervios.

—Ya veo. —Miró la última página de Lim y se inclinó hacia atrás en su silla—. Veo que tienes el permiso de Lim.

—Sí. —Dejé caer mi mirada a mis conversé—. Creo que empezaré por ahí.

—He intentado conseguir permiso para excavar allí por años. No me lo dieron nunca. —Me dio una media sonrisa—. Debí imaginar que todo lo que tenía que hacer era enviar a un sexy estudiante a pedirlo. —Sus ojos marrones claros me recorrieron en un rápido vistazo. Solía pensar que eran del color de la miel, y en el hombre que los poseía como dulce. Ya no—. ¿Seguro que no quieres que te acompañe en algunas de las exploraciones?

—¿E interrumpir sus clases? —Negué—. No. Yo puedo con esto.

Estrechó la mirada y señaló hacia la puerta, indicándome en silencio que la cerrase. Me levanté y la empujé, incluso cuando el ácido empezó a subir a mi garganta. Sabía lo que vendría después.

—¿Estás bien? —Cruzó los brazos sobre el pecho mientras abotonaba su camisa azul claro tirante.

—Sí.

Me hundí en la silla de cuero delante de su escritorio y silenciosamente oré porque no me pidiera que hablara con él en el sofá. Las arrugas alrededor de sus ojos se triplicaron mientras me daba una falsa mirada de preocupación.

—Ojalá me dejaras llevarte a cenar a algún lugar donde poder hablar tranquilamente. —Echó un vistazo a la puerta—. Más en privado. Sé que es difícil para ti compartir tus sentimientos en este entorno.

Tenía que jugar con cuidado. Un movimiento equivocado y pensaría que estaba interesado en sus avances. Un movimiento demasiado lejos en la otra dirección, y amenazaría la financiación de mis excavaciones de nuevo. La sutileza no era su fuerte.

—Todavía no estoy listo. Lo siento. —Me hundí en la silla con un suspiro. Se puso de pie y caminó alrededor de su escritorio. La piel de mi nuca se erizó mientras se colocaba detrás de mí.

—Tu madre querría que fueras feliz.

No te atrevas a hablar de ella.

» Tiene razón. Yo puedo hacerte feliz.

Con las manos sobre mis hombros, sus dedos se hundieron en mi carne como garras.

—Doctor...

—Llámame Hunter. Sabes que puedes hablar conmigo.

Recordé la última vez que quiso hablar. El recuerdo de su caliente aliento en mi cuello me hizo estremecerme.

—Hunter...

FOREST ||2JAE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora