Capítulo 8

105 12 9
                                        

Un fuego enorme atravesó mi muslo, cada lamida de llama más caliente que la anterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un fuego enorme atravesó mi muslo, cada lamida de llama más caliente que la anterior. Grité.

—Genial.

La misma voz profunda de los bosques. Traté de frotar mis ojos, pero no pude mover las manos. La quemadura se intensificó mientras peleaba.

—¡Deja de moverte!

Una gran palma agarró mi muslo, piel a piel. Parpadeando fuerte, eché un vistazo. Estaba en una habitación, la decoración anticuada. Un ventilador giraba sobre mí, y dos anchas ventanas no me mostraban nada excepto un reflejo del interior. Todavía estaba oscuro afuera. El hombre del bosque se agachó en mi pierna, y un destello de calor abrasador me atravesó de nuevo. Luché, pero estaba atado a la cama.

—¡Déjame ir! —Tiré de la cuerda, pero no cedió, solo se hundió en mis muñecas.

—Te dije que dejaras jodidamente de moverte. —Su voz se mantuvo tranquila, fría.

No podía distinguir mucho más que cabello castaño oscuro y una camisa a cuadros sobre anchos hombros. No se encontró con mi mirada, manteniendo su rostro hacia mi muslo. ¿Me había rescatado de los jabalíes solo para atarme a su cama? El miedo revolvió mi estómago y giré la cabeza a un lado temiendo vomitar. Dejó escapar un pesado suspiro, y su tono se apaciguó un poco.

—Quédate quieto. Estoy intentando coserte.

—Duele.

Las lágrimas brotaron y rodaron por mis mejillas. El miedo y la agonía de los bosques pintaban mis pensamientos de color, y no podía pensar claramente.

—Puedo coserte o dejarte sangrar.

Se levantó en toda su altura y me miró, sus ojos tan familiares, pero tan distintos a la foto de la universidad. Tenía una barba corta y oscura y el cabello casi rozaba sus hombros. Salvaje.

—Limpié tus heridas lo mejor que pude. El hospital más cercano está a una hora de distancia. Tuve que elegir entre que murieras al llevarte allí o esto. Elegí mantenerte con vida, aunque no tengo idea de por qué. Así que jodidamente no te muevas, y terminaré lo que empecé.

Me marchité bajo su mirada feroz mientras el dolor profundo en mi pierna parecía palpitar junto a mi corazón.

—No sé si puedo estar quieto.

—Tienes que estarlo. —Se inclinó, su cabello formó una cortina oscura entre nosotros. Me retorcí de nuevo en las ataduras.

—Desátame.

Se giró y golpeó el puño contra el resistente poste de madera de la cama, su enojo rápido y sorprendente.

—Si no hubieras estado en mi tierra ilegalmente, esto no habría sucedido.

—Oí gritos. Quería ayudarla. —La habitación comenzó a expandirse y tomé una respiración. ¿Por qué no se agrietó el yeso?—. Está en el bosque. Una mujer con dolor.

FOREST ||2JAE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora