Capitulo 34.- You + Me = 🔥

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Despues de presenciar tan dramática escena vuelvo a la mansión. Me quedo un rato pensando que hacer. Estoy nerviosa y no sé porque, bueno si sé. Quiero hablar con Keith y decirle lo que siento pero no se como hacerlo. Pero mejor lo hago rápido antes de que llegue Mackenzie y me convenza de hacer algo mas estupido. Tomo mi teléfono y procedo hacer algo que muy rara vez hago: Llamar por teléfono. Timbra el telfono unas cinco veces.

—¿Hola?— contesta Keith del otro lado y me quedo muda —¿Shelly?

—¡Hola! Perdon no te escuchaba— si, claro.

—¿Qué pasa?

—¿Quería saber si tienes planes hoy?— Se queda en silencio —¿Hola?

—Quieres salir ¿conmigo?— pregunta dudoso

—Si. No es que no tenga con quien salir pero... preferiría hacer algo... contigo— digo avergonzada y él se queda en silencio de nuevo —Pero si tienes planes lo entien...

—¡No! digo ¡si!— dice con un poco de euforia —Lo que quiero decir es, no tengo planes. Si quiero salir contigo.

—Bien, entonces nos vemos en... ¿2 horas?

—Perfecto

—Bien, hasta pronto— procedo a colgar pero escucho a lo lejos un "¡Espera!" proveniente del teléfono —¿Si?

—¿Te importa si nos vemos en donde me estoy quedando? Podríamos pedir algo de comer y quizá ver una película.

—No hay problema. Me encanta la idea.

—Bien, nos vemos— cuelga el teléfono.

No puedo creer que fue así de fácil. Tal vez no sea tan mala para ligar, no sé porque no lo hice antes. Busco que ponerme y me decido por algo cómodo y lindo, unos pantalones de vinipiel, un suéter tejido y unos tenis blancos. Básico y nunca falla. Despues de una hora y media llega Mackenzie y se me queda viendo tratando de averiguar que pasa mientras termino los ultimos detalles de mi vestuario.

—¿A dónde vas?— pregunta mientras me mira de arriba a abajo.

—Adivina— levanto las cejas suponiendo que lo sabe.

—Eres... una zorra— se tira sobre su cama y sigue observándome. Yo pretendo ignorarla sin poder evitar sonreír —. Ayer uno, hoy otro y mañana ¿cuál?

La miro sobre mi hombro y ruedo los ojos

—Llegare tarde, no me esperes— acomodo el bolso sobre mi hombro y salgo de la habitación.

Me dirijo a lo de Keith, no tardo en llegar ni 15 minutos. Toco la puerta e inmediatamente abre la puerta con una tranquilidad que parece que todo esta en cámara lenta. No se si es la emoción del momento o de verdad Keith es el hombre mas hermoso que hayan visto mis ojos. Es como si un ángel me abriera la puerta del cielo. Me invita a pasar e ingreso con un poco mas de confianza que la ultima vez que estuve aquí.

—¿Quieres algo de beber?— me pregunta con una voz tan suave que siento que voy a derretirme.

—¡Claro! ¿Qué tienes?

—Bueno, me tome la libertad de sacar una botella de vino para la ocasión.

—Perfecto— en realidad no soy muy fan del vino tinto pero puedo intentarlo una vez mas.

Me sirve en una copa con una naturalidad como si hiciera esto todos los dias. Me pasa la copa y la tomo como si fuera una copa de cognac. Él toma suavemente mi mano y me detiene.

—Tómala de un poco mas abajo, para que no se temple.

Yo solo deje de parpadear y asenté con la cabeza. Yo dejando que alguien me diga que hacer, debe ser brujería. Tomo un sorbo y en realidad no esta tan mal, creo que me gusta. Comenzamos a hablar de cosas al azar, luego el acerco algunos bocadillos y me pregunto si quería ver una película, a lo cual accedí. En este momento la pelicula lleva media hora y no tengo ni idea de que ha pasado, no puedo relajarme, no puedo pensar en otra cosa mas que en como no lucir nerviosa ni rara. Ahora recuerdo porque odio las citas. Pasan los 90 minutos de la pelicula y Keith apaga el televisor.

—¿Qué te pareció la película?— pregunta tratando de hacer el ambiente mas relajado

—Bien, ¿a ti?

—No sé, la verdad no puse mucha atención.

No puede ser, él se siente de la misma forma. No sé como reaccionar así que me estiro para tomar mi copa de vino de la mesa de centro con manos sudorosas y temblorosas. Le doy un trago y de los nervios se me cae la copa.

—¡Mierda!— sale sin querer de mi boca —Perdón, soy una estupida— intento limpiarme y el sillón con una servilleta pero es inútil. Estoy empapada.

—Esta bien, no te preocupes. Ven conmigo te prestare un playera para que no estés incomoda— se levanta de su lugar y camina a su habitación. Yo sin decirme mas voy detrás de él.

Entramos y saca una playera de un cajón, me la da y se sienta al pie de su cama. Me quedó quieta un poco avergonzada. Él me mira con tanta inocencia que no lo pienso dos veces y me doy la vuelta para que solo vea mi espalda y me quito el suéter para ponerme la playera. Mientras la playera baja por mis hombros siento un leve roce en mi cintura y un susurro:

—Déjame ayudarte— echa mi pelo hacia adelante y me ayuda a bajar la playera por la espalda.

Intento controlar mi ritmo cardiaco y mi respirar, pero tan solo la sensación de sus dedos tocando mi espalda me dan escalofríos. Me giro para encontrar su rostro a escasos centímetros del mío mientras nos miramos profundamente a los ojos. Debo estar soñando. Tengo una extraña sensación en el estomago, un cosquilleo que va mas allá del abdomen bajo. Aún que quiero no puedo evitarlo. Me lanzo sobre él y lo beso. Al no sentir rechazo, si no todo lo contrario lo tiro sobre la cama y me siento sobre el, pegando mis rodillas a su cadera. Retiro sus anteojos y me los pongo, él ríe. Después de una sonrisa picara viene lo mejor. Comienzo a quitarle la camisa lentamente botón por boton. El pasa sus manos lentamente de mis glúteos a mi espalda por debajo de la playera para desabrochar mi sostén mientras lo beso, empujo su torso a la cama para que quede completamente acostado y en este momento los dos perdemos cualquier sentido de conciencia y nos dejamos llevar por los impulsos. Una sensación única que jamas en mi vida hubiera imaginado. Su piel con la mía, su respiración en mi oído, la forma en la que me hizo sentir tan segura y cómoda, así como satisfecha. Pero cuando terminamos tuve un pequeño momento de arrepentimiento, después de llegar al extasis me sentí muy mal. Nos quedamos abrazados en la cama y quise zafarme pero me apretó contra su cuerpo y me susurro:

—Aún no te vayas.

No puedo explicar como me hace sentir esto. Me invadió la ternura pero también tenia ganas de llorar. Pero ahí me di cuenta de que no quería dejarlo, y no iba a dejarlo. Nunca mas.

Pretty Bad 2: Blondes have more fun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora