QUÉDATE CONMIGO

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Una vez despedimos a Kirishima y a nuestro líder, el barco comenzó su rumbo hasta su siguiente parada, la mía... la nuestra.

—¿Estás preparado, Ámsterdam?

Asentí levemente.

—No me puedo creer el giro que ha dado mi vida en unos días...

—Ya... Nunca me imaginé como un fugitivo —dije a modo de broma, pero no tan broma.

—Ámsterdam yo... lo siento —se disculpó Lisboa sentándose junto a mí.

—¿Lo sientes? ¿Por qué? —pregunté mirándole firmemente a los ojos.

—Si no hubiera sido por mí, tú...

Le agarré las manos que tenía apoyadas sobre la mesa para acariciarlas.

—No es tu culpa, Lis, yo me metí aquí porque quise, nunca hubiera tenido la maravillosa oportunidad de haberte conocido si no lo hubiese hecho, así que no te culpes.

Hubieron unos segundos de total silencio.

—Además, no fue tu decisión aceptar el plan, sino de Kiev. —continué.

Lisboa miró hacia abajo tímidamente.

—Ámsterdam yo... Gracias.

—No tienes que dármelas. —Analicé la expresión de su rostro unos instantes—. Lisboa...

—¿Sí?

—Mírame.

Lisboa levantó la mirada y se fijó en mi cara con total seriedad.

—Te quiero.

No tardó en comprender lo que acababa de decirle y en seguida comenzó a salir el color rojo tras sus dulces y suaves mejillas.

—¿A... A qué viene eso?

—Tan sólo quería decirlo. Te quiero mucho, Lisboa.

Sonreí y acaricié su cabello, aguantando las ganas de besarle.

—Y... Y... Y yo...

—Eres tan adorable cuando te pones nervioso...

En ese momento comenzó a murmurar palabras casi inentendibles que no llegué a comprender.

—Bueno parejita, ¿ya lo habéis solucionado todo o estáis listos para bajar del barco? —nos sorprendió Roma.

Lisboa se levantó de un salto.

—¡Ah! S-Sí, ¡todo listo!

—Relájate, yo no soy Kiev, no voy a gritarte.

Su pecho se relajó.

—Lo que iba diciendo, en 5 minutos llegamos, preparaos.

—¡Wow!

Nos asomamos a la cubierta del barco, se divisaba un paseo portuario repleto de un largo camino de tiendas donde se vendían distintos productos y recuerdos de todo tipo. Lisboa se sorprendió al ver aquella imagen.

—¿Aquí es donde vamos a vivir a partir de ahora? ¿En serio? —le preguntó Lisboa a Roma.

—¿A tí que te parece?

—¿No es increíble, Ámsterdam?

Se acercó a mí y me miró con ojos de cordero, esperando mi aprobación.

—Bueno... no está mal.

—¿Que no está mal? ¡Mira la cantidad de gente que hay! ¡Y qué buen día que hace!

—Yo diría que por eso mismo hay tanta gente. —habló Seúl desde más atrás.

El hombre pájaro se nos acercó, seguramente fuera la última vez que nos veíamos, y vinieron los miembros del grupo restantes para la despedida.

Atenas se abalanzó contra Lisboa, acariciando sus mejillas y recordándole lo mucho que las iba a echar de menos. Denki más de lo mismo, aunque no pudimos congeniar mucho, sé que es un buen chaval.

Con los que más afinidad tuve durante todo este tiempo fuero, sin duda, Roma, Seúl y Dublín. La primera me miró firmemente antes de decir:

—Supe lo vuestro durante todo este tiempo.

—¡¿Qué?! —se sorprendió mi acompañante.

—Venga ya, era muy obvio, creo recordar que Kiev fue el primero en saberlo, por eso puso está estúpida norma.

—¿Nos quería separar? —contesté frío y seco.

—Todo lo contrario.

Lisboa y yo nos miramos contrariados.

—Quería que le demostrárais al mundo que nadie os puede impedir amar a alguien. Ni siquiera una ley.

Ese era el propósito de Kiev durante todo este tiempo, ¿eh?. Miré de nuevo a Lisboa, esta vez le sonreí, pero me contuve las ganas de abrazarle. Dejaría eso para otro momento más oportuno.

Dublín mantuvo la misma expresión en el rostro todo el tiempo. En el fondo, desde que conoció a Kaminari siempre me ha recordado a mí, ambos tenemos a alguien a quien proteger más que a nuestra propia vida, aunque nos cueste expresarlo.

—Tened una buena vida y jamás os arrepintáis de lo que ha ocurrido, gracias a ello estáis aquí, juntos.

Tras decir aquellas palabras Dublín cogió al rubio del brazo y se lo llevó al interior de la embarcación. No conseguí ver su rostro pero juraría que su tono de voz era de nostalgia. ¿Nos iba a extrañar?

Antes de bajar, Seúl me llamó.

—¿Sí?

—Intentemos volver a vernos una vez más. —dijo con una sonrisa en su cara.

Yo también sonreí.

—Hagámoslo.

Comenzamos a bajar hacia nuestro nueva residencia, antes de llegar al final Lisboa se giró y gritó para asegurarse que todo el mundo le oía:

—¡Hasta la próxima!

El rostro del resto del grupo se inundó de sorpresa, y puede que también tristeza, separarnos era algo duro.

—No lo tengas tan claro, ¡niñato! —dijo en tono de burla Roma, con los ojos llorosos.

Lisboa le sonrió.

—¡Ámsterdam!

Me giré ante el llamamiento de la nueva líder, aunque no por mucho tiempo.

—Cuida a Lisboa. Quiero verlo igual de pesado la próxima vez que nos veamos.

—Roma, ¿estás...? —preguntó Atenas.

—N-No...

Esta vez nos dimos la vuelta para llegar a tierra firme, y esta vez ya no hubo marcha atrás.

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⏰ Última actualización: May 06, 2021 ⏰

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紙の家 // kami no ie // - BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora