Capítulo 4: Harry Takes Matters Into his Own Hands

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Tres meses después del desafortunado envenenamiento de Potter, Snape regresó de su cena y encontró a Potter en la puerta de su despacho. -¿Qué quieres?-, gruñó mientras murmuraba el encantamiento que abría la puerta. Se giró en el umbral, bloqueando la entrada de Potter, por si el joven era tan estúpido como para intentar entrar.

-He venido a... consultar con usted. Con el maestro de Pociones-, dijo Harry. -Es el único que puede ayudar-. Miró hacia arriba y hacia abajo del pasillo. -Déjame hablar contigo dentro. No quiero que nadie más lo oiga-, susurró.

Sus labios se fruncieron y frunció el ceño, pero Snape se hizo a un lado y permitió que Harry entrara. -¿Cuál es tu problema, Potter?-, preguntó.

-Es el mismo de siempre-, dijo Harry, entrando en la habitación. No miraba a Snape, sino a los frascos que se alineaban en una pared. -Ya sabes. La poción de los tres. Los antídotos funcionaban hasta cierto punto. Pero no funcionaban del todo. Dejé de tomarlos hace un mes. Madam Pomfrey dice que han hecho todo lo posible-.

-El resto del efecto se desvanecerá con el tiempo-. Dijo Snape, apartándose un poco para señalar su fuego y ver cómo se encendía en la rejilla.

-Los libros dicen que tal vez lo haga y tal vez no-.

-¿Y qué esperas que haga?- Preguntó Snape.

-Esperaba... que no te importara. Que me hicieras un favor-.

Snape resopló ante la sola idea.

-Podrías hacerlo. Hacer una poción que me permita olvidarte. O usar la Poción de los Tres de nuevo, para que yo... para que haya alguien más-.

-Apenas es ético forzar tus atenciones sobre algún otro pobre idiota-, dijo Snape bruscamente.

-¡No me he impuesto a ti!- gritó Potter, dando un pisotón hacia delante. -¡He luchado todos los días, todos los estúpidos días! No te envié rosas el día de San Valentín, ¿verdad? Y pensé en ello, recordé cómo dijiste un día en clase lo raras que se estaban volviendo las rosas de diciembre y cómo no parecían crecer aquí en Hogwarts. Las usas en al menos tres pociones, lo dijiste. Y yo sé dónde crecen, quería enviarlas. Pero sabía que las tirarías si venían de mí. Y nunca te toqué cuando pasaste por allí, aunque me ardían los dedos por hacerlo, y nunca, nunca me lancé sobre ti ni te besé la boca, ni siquiera cuando...- Se controló finalmente, dándole la espalda al otro hombre y quedándose allí con los pulmones agitados mientras intentaba calmarse.

-Agradezco tu contención-, dijo Snape con sarcasmo. -Intenta fabricar un poco más de ella-.

-No quiero hacerlo. Quiero... tomarte y besarte y... y...-

-¿No lo sabes?- dijo Snape, riéndose de él.

Harry se dio la vuelta. Tenía la cara roja, pero afirmó la mandíbula y dijo: -Bueno, no lo sé, ¿verdad? Nunca lo he hecho. Con nadie-.

-¿Y quieres que yo sea el primero? Halagador-. Snape se dirigió a su escritorio y se sentó. Potter se dio cuenta de que lo hizo de forma bastante brusca y le pareció que el profesor parecía un poco perturbado.

-¿El primero? Sí, y el único. Pero eso no sucederá. Ya lo sé-. Potter se mordió el labio y dijo: -Mira, sólo hazme una poción que me permita olvidar que te quiero, ¿vale? ¿Qué tan difícil puede ser eso para un maestro de Pociones?-.

-Más difícil de lo que crees. Estas cosas no son tan selectivas, señor Potter. Una poción que te haga olvidar tus... sentimientos por mí podría también quitarte los sentimientos que tienes por otras personas que amas. Incluso por ti mismo. Creo que necesitas un encantamiento, no una poción. Yo iría a ver....-

Potter le interrumpió. -¡No puedo contarle esto a nadie más!-

-Entonces investiga por tu cuenta. Hogwarts tiene una excelente biblioteca. Intenta pensar por una vez-.

-Oh- Harry lo miraba ahora, con la cabeza girada un poco de lado. Considerando. Mirando a Snape.

Finalmente dijo: -Puede que no lo creas, pero a veces pienso. Sabes, hay algo que me preocupa. Escuché lo que le dijiste a Dumbledore sobre Slytherin. Un verdadero Slytherin. Un Slytherin toma las oportunidades donde las encuentra, dijiste. Y que Draco era un verdadero Slytherin porque era bisexual. Así que-, dijo, preguntándose en voz alta. -¿Eres un verdadero Slytherin? ¿Bisexual? ¿Y aprovechas las oportunidades que se te presentan? ¿Por qué no estoy de espaldas ahora mismo contigo... deslizándote?-.

Es increíble cómo alguien que casi no tiene color puede ponerse significativamente más pálido.

-¿Por qué no te aprovechas de mí?- preguntó Potter.

En un movimiento rápido como el de una serpiente, Snape se levantó de la silla y puso a Potter contra la pared. Sus puños estaban en los hombros de Potter, retorcidos en la tela de su túnica, su rostro burlón estaba a sólo unos centímetros de la cara abierta de ojos enormes de Potter. -Bueno, sí, Potter-, siseó. -¿Por qué no lo soy?-.

El miedo desapareció de la cara de Harry. -¿Porque me amas?- susurró, y era más bien esperanza que convicción, pero se inclinó hacia adelante y presionó su boca sobre los labios de Snape. Lo probó de nuevo, recordando, y alargó la lengua y la deslizó en aquella boca húmeda y caliente. Sus manos se deslizaron alrededor del torso delgado y lo acercó.

Mil de sus sueños se hicieron realidad en ese momento. Porque Severus Snape no se apartó, no separó su rostro del de Harry, sino que se inclinó hacia el beso, abriéndose a él, tomando el control. Harry había imaginado besos, pero no como éste, había imaginado amar, pero nunca así. Las duras manos en su hombro se aflojaron y luego tiraron de él, juntando sus cuerpos, y sintió la barra de hierro de la necesidad de Snape presionando en su vientre. La boca abandonó la suya para darse un festín en el cuello, en las mejillas, en el hombro, en lo que pudiera alcanzar, y luego volvió a su boca.

Cuando ese beso lo había dejado completamente sin aliento, la boca de Snape se soltó y sus labios se deslizaron hasta su oreja y la gran nariz se acarició allí y provocó que la piel de gallina recorriera los brazos y las piernas de Harry. Susurró al oído de Harry.

-Porque no me atrevo a tenerte mientras Voldemort viva-. Los labios se rozaron, la lengua trazó detrás de la oreja, saboreando. -No te tendré mientras seamos maestro y alumno-. Los labios se inclinaron hacia el cuello, la lengua lamió y los dientes pellizcaron un camino hacia arriba y hacia la otra oreja. -Si eres inteligente no volverás a acercarte a mí. El mío no es el tipo de amor que necesitas. Es desagradable. Hay celos en él, y posesividad, y un pequeño deseo de oírte gritar, ya sea de dolor o de placer-.

-Uh-, dijo Harry, y pegó su boca a los labios de Snape, cortando las palabras. Y Snape lo permitió por un momento. Luego los separó, se agarró al hombro de Harry, lo arrastró hasta la puerta y lo echó fuera.

Harry se sentó en el frío suelo de piedra y parpadeó con fuerza para contener las lágrimas. Se levantó, frotándose el trasero magullado, y empezó a subir cojeando las escaleras. Huh. Así que eso era amor.

Porque lo era, decidió mientras se obligaba a no detenerse en el rellano. Porque no tenía ninguna duda. Snape SÍ lo quería. Y sí lo amaba. Snape no iba a arriesgarlo. No iba a dejar que nadie viera lo que sentía. No mientras Voldemort viviera, dijo. Cierto, Harry podía entenderlo. Voldemort podría perjudicarlos a ambos con esto. Usar a cada uno contra el otro. Y dañar a otros.

Y, por supuesto, había reglas sobre alumnos y profesores. Su Severus tenía integridad. Bueno, algo, al menos. Y Severus le estaba advirtiendo de lo peor de tener el interés y el afecto de Snape. Como si no se hubiera dado cuenta de eso sobre Severus en los últimos seis años.

Subió las escaleras y se preparó un baño caliente. Se tumbó en el agua caliente y empezó a pensar en lo que tendría que hacer exactamente para deshacerse de Voldemort. Se dio cuenta de que no sabía lo suficiente, de que no tenía las respuestas a las preguntas que le surgían mientras intentaba, por primera vez en su vida, hacer una conspiración seria. Parecía que iba a pasar mucho tiempo en la biblioteca.

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