Capítulo 24: In Which It Gets a Little Deep

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-¿Todo el mundo lo sabe?- repitió Snape mientras subían las escaleras.

-¿Que he ido a por ti en lugar de al revés?- Harry se encogió de hombros. -Es mayormente cierto. Así que lo dije. Y mucho mejor que dejar que alguien piense que le harías eso a un alumno-.

-Prefiero lanzar mis propias insinuaciones, gracias-. Le dijo Snape en pocas palabras.

-No estás acostumbrado a tener que considerar a otra persona, eso es todo-.

-Una vez pensé que esas declaraciones eran bastante inofensivas, pero ahora tengo pruebas de lo contrario-, dijo Snape. Ahora estaban en su puerta. Snape la abrió con su llave, echó un vistazo y dijo: -Será mejor que alimentes a tu bestia-. Hedwig le ululó y agitó las alas.

Harry fue y sacó un puñado de bocadillos para lechuzas de su baúl. -¿La lluvia ha dificultado la caza?-, le preguntó mientras le arrancaba uno de los dedos. Ella lo ignoró, haciéndole saber que la había estado descuidando. No había pasado mucho tiempo con ella los últimos días, y ella estaba acostumbrada a tener mucha atención durante el verano. Puso el resto en el alféizar de la ventana para ella y se giró.

-¿Sev?-

Severus estaba sentado en la silla más cercana a la cama, quitándose los zapatos. Levantó la vista.

-Sí que fui a por ti, sabes. Me lancé sobre ti y te besé tontamente, antes de que me ataras. Se te puso dura la primera vez. Me devolviste el beso la segunda vez. Incluso si me tiraste de culo unos minutos después. En algún momento entre la primera y la segunda vez, debiste decidirte por mí-.

-¿Es una forma delicada de preguntar cuándo y cómo me enamoré de ti?- preguntó Snape con su habitual agudeza.

Harry asintió. Se sentó en la cama y se quitó sus propios zapatos, ignorando la mirada punzante de Sev por su abuso a la piel de los zapatos. Los nuevos zapatos no eran incómodos, pero sus pies estaban muy contentos de no tenerlos. Movió los dedos de los pies y luego se deshizo también de las medias.

-Fue cuando bebiste la poción por primera vez. Unos tres segundos antes de que me miraras, en realidad-.

Harry levantó la cabeza, rápidamente. -¿Qué?-.

-Me enamoré de ti primero, por varios segundos-.

Eso hizo que Harry se riera a carcajadas. -¿De verdad?-.

-No lo sabía en ese momento, por supuesto-.

-¿Qué quieres decir?- Harry se inclinó hacia delante, con los ojos ansiosos detrás de las gafas.

-Entendí muy bien lo que querías decir cuando hablabas de ti como un pizarrón en blanco. Yo también era una pizarra en blanco en un área. En mi vida no tuve amor, ni inclinación a él. Me parecía, de hecho, un lastre y lo evitaba. Tenía la capacidad de sentir afecto. Pero no me molestaba. Las pasiones más oscuras, sí. Las otras, no. Nunca. Y no me sirvió de nada. Creo que ahora sólo había un vacío allí, una nada a la que me aferraba con fuerza-.

-¿Por que si hubieras tenido amor ahí, Voldemort lo habría visto?- preguntó Harry.

-Tal vez. No lo pensé de esa manera. Al no haber tenido nunca mucha relación con el amor, puedo decir honestamente que no sentí la falta. Ese día en que nuestras vidas cambiaron... supe que Malfoy tramaba algo y vi que su poción era de otro color. Fui, tal vez, arrogante al suponer que era una poción con nuestros propios ingredientes, de la mano de Malfoy. Tenía protección contra ese tipo de cosas y recogí una gota en mi dedo y la probé. Y te miré-.

-Una gota-.

-Oh, menos. Debería haberme permitido identificar la poción, pero era de una cantidad tan pequeña que no tendría ninguna influencia. En cambio, supe de inmediato que algo era diferente. Tardé en comprender que lo que sentía era amor. El componente de lealtad me confundía. Incluso me pregunté si ya había sentido algo por ti y simplemente no lo había reconocido como tal. No tenía sentido. Lo odiaba-.

Harry asintió. Qué parecido a Snape.

-Lo que te dije después sobre que no podía producir pociones que eliminaran tu afecto por mí era mentira. Había cosas que podía ofrecerte. Una poción de amnesia. Habrías olvidado varios meses de tu vida, pero habría servido de mucho. Un hechizo para convertir tu amor en odio. Ya que me habías odiado antes, eso podría haberse hecho, y fácilmente, y nadie lo notaría. Una docena de otras formas. Pero todas ellas te habrían perjudicado. Y no podía hacerlo. Era egoísta de mi parte. Pero no podía hacerlo-.

-Me alegro-.

-Decidí esperar. Pensé que tus sentimientos se desvanecerían. Lo acepté. Mientras me quisieras, me permitiría amarte. Harry, cuando te alejes de mí, cuando ya no me quieras, entonces haré una poción que me permitirá sacarte de mi corazón. No tengas miedo cuando llegue a ti. Cuando descubras que ya no me quieres, dímelo. No me hará daño. Simplemente volveré a ser como era antes-.

-Siempre te amaré-.

El silencio de Snape dijo que no lo creía. -Puedo quitarte eso si quieres-.

-No lo hagas-. Harry lo pensó. -Así que tú y yo nos enamoramos con la misma poción. Al mismo tiempo-.

-No del todo. Tardé semanas en entender que lo que sentía era amor. Lo único que entendí al principio fue su carácter posesivo. La... necesidad-.

-Ojalá hubieras dicho algo. Yo también te deseaba tanto-. Harry recordó todas esas noches a solas en su cama, anhelando.

-No pude. Te dije por qué-.

-Voldemort estaba vivo, tú eras profesor, yo era joven-, recitó Harry.

-Las tres razones más convincentes entre muchas otras. Y había...- una pequeña e irónica sonrisa curvó los labios de Snape, -otro factor. El orgullo, supongo, y el conocimiento, me decían que era una víctima de mi propio tema favorito. Era una vergüenza, una pena estar atrapado en una red de mi propio arte. Sentirme impotente, y enfadado... al mismo tiempo que me aferraba a mi pobre amor fabricado como una arpía con su carne-. Snape sacudió la cabeza. -Nunca me ha gustado sentirme inadecuado-.

Potter estaba bastante seguro de que eso era un eufemismo a gran escala. -Supongo que me alegro de que nunca hayas sentido amor. Habrías sido de otra persona y yo nunca te habría tenido. Habría habido alguien que se hubiera peleado conmigo por ti, que no me hubiera dejado tenerte-.

-Mira el otro lado. Si hubiera tenido a alguien a quien amar y hubiera sido capaz de devolver la emoción, quizá nunca hubiera recurrido al señor oscuro para satisfacer mis necesidades, y nunca hubiera podido correr los riesgos que tuve que correr cuando me volví contra él. Nada habría ocurrido como ocurrió-.

-Es como si todo encajara. Las cosas sucedieron en el orden que tenían que suceder-, se maravilló Harry.

-No hables de destino. Tengo mis reservas en ese aspecto-, le informó Snape.

-Pero tú eres como yo. Te gusta el patrón de la misma-.

Snape levantó una ceja. No dijo nada, porque era cierto.

Harry le sonrió. Dijo: -Cross tenía razón, ¿sabes? La infusión me pone cachondo. Un poco-.

-Te deseaba-. Snape lo dijo con voz llana.

-No importaba. No lo quería a él. Tú eres el único que quiero-, dijo Harry, mientras empezaba a quitarse la túnica. Había una confianza en la forma en que se despojaba, un nuevo poder en la sonrisa fácil.

Las infusiones, decidió Snape, iban a ser un nuevo interés para él.

Se reunieron en medio de la cama, totalmente desnudos, hasta el cordón que había atado el pelo de Harry estaba en el suelo.

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