Capítulo 28: Decisions

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Harry gimió cuando Sev lo sacudió para despertarlo. -Levántate. Si queremos tener tiempo para desayunar tendrás que darte una ducha muy rápida-, le dijo. El propio Snape estaba de pie junto a la cama frotándose lo último que quedaba de agua en el pecho con una toalla. Los ojos de Harry se abrieron de par en par al verlo.

-Ni se te ocurra-, le dijo Sev.

-Pero no lo hicimos...- Harry empezó a quejarse mientras se arrastraba fuera de la cama.

-No tenemos que hacer eso todas las noches, Harry-, dijo Snape mientras empezaba a vestirse.

Harry, que realmente no veía por qué no, frunció el ceño y se dirigió al baño. La ducha fue caliente y rápida, y salió sintiéndose mucho mejor pero todavía inclinado a refunfuñar. Bajaron a desayunar. Si Harry había creído que lo observaban antes, no era nada para la atención que recibían ahora. No se entretuvieron en la comida, sino que fueron directamente a la suite de Thorn.

Horace Cornwall estaba allí. Se retorcía nerviosamente las manos, sus miradas viajaban entre Thorn y las dos brujas que también se sentaban a la mesa. Una era la señora Bascombe, la otra era una desconocida.

Cuando Harry y Severus entraron, Cornwall palideció hasta quedar blanco como un vampiro. Una mirada de los ojos oscuros de Snape y gritó: -¡Lo siento! ¡No volveré a hacerlo! Lo prometo-.

El señor Thorn parpadeó. Abrió la boca para interrogar al hombre, pero antes de que las palabras pudieran salir de su boca, el hombre seguía balbuceando.

-No he visto nada. De verdad. Sólo la parte trasera de las piernas y... y la... espalda. Ya sabes. Fue un accidente-.

Snape resopló. -Difícilmente-, dijo. Años de enfrentarse a alumnos con mala conciencia le sirvieron de mucho.

-¿La parte de atrás de qué?- preguntó Harry.

-De nosotros, al parecer. Anteanoche, creo-, dijo Snape. -¿Pero cómo?-.

-¿Nos estaba espiando? Mientras nosotros... hey!- dijo Harry, indignado. -¡Pervertido!- Luego dijo: -¿Cómo lo hizo?-.

El señor Thorn dijo pensativo: -El señor Cornwall tuvo un accidente en su habitación la noche que vino. Una pequeña herida, de la que se ocupó el médico del hotel. Creo que su habitación está en el mismo nivel que la suya, en la otra ala-, dijo pensativo.

-¿Un amuleto de espía?-, sugirió una de las brujas.

-Creo que hay un hechizo de transfiguración para convertir el ladrillo o la piedra en cristal. ¿Pero no lo vería entonces todo el mundo?-, preguntó su amiga.

-Eso no se utilizó. Tengo mis propias protecciones en la habitación-, dijo Snape. -Cualquier magia debería haber activado mis advertencias-.

-Tal vez no era magia. Los muggles tienen catalejos y telescopios-, dijo Harry.

La culpabilidad instantánea era evidente en el rostro de Cornwall.

-Nos entregarás el aparato-, dijo Thorn. -Además, creo que le pediremos que abandone nuestra conferencia. Se le devolverá el dinero-.

El hombre chilló y salió corriendo.

-Me disculpo-, comenzó el señor Thorn.

Snape hizo un gesto de desestimación con la mano. -Imán de problemas-, le dijo a Harry, casi con cariño.

-Pero él vio...- Harry seguía indignado, y con la cara roja por ello.

-No pudo haber visto mucho. No te lo tomes así-, le dijo Snape. Ya se estaba volviendo hacia Thorn. -¿Y la señora Forrest?-.

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