Retrato al desnudo

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Este capítulo está muy largo, advierto de una vez, son unas casi 8000 palabras D:

***Aviso de contenido sexual*** Cuando vaya a iniciar la escena se los avisaré así: *****, por si se la quieren saltar :D

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—Pero Chuuya, ¿cuántas veces te tengo que decir que te quedes quieto? 

—¡Entiende que un retrato es muy diferente a que te tomen una foto, estoy acostumbrado a lo segundo! 

Dazai rio a lo bajo. 

Cuando Chuuya aceptó viajar con él hasta las Islas Maldivas, tuvo que prestarle un poco más de dinero a Mori, porque de verdad quería que estas vacaciones sean de lujo. Hasta ahora, todo iba bien. 

Andaban en una casa lujosa sobre el mar que decidieron valía la pena pagar. Era técnicamente vivir en una casa flotante encima del agua, sin nada ni nadie que los moleste, simplemente precioso. El agua, estaba incluso más clara que los ojos de Chuuya, brillaba intensamente con el sol de playa que les ofrecía la naturaleza y, lo mejor, es que estaban completamente solos en ese pequeño paraíso. Por eso, Dazai no se pudo resistir pedirle al pelirrojo, a primera hora de la mañana, que posara sentado al borde de la puerta que daba al mar.

Si tan solo Chuuya no se moviera tanto... 

—¿Qué pasó con el niño que fácilmente posaba para mí en el orfanato? —preguntó él con la clara intención de molestar al más bajo, y lo hizo. 

Chuuya le alzó el dedo de en medio antes de responder. 

—Creció y decidió que posar para fotos es menos cansado. 

—¿Creció? Yo no diría-

La pantufla del pelirrojo se estampó en su cara antes de que pudiera esquivarla y, con el límite de Chuuya hasta su máximo, este se paró de donde estaba y volvió al comedor.

—Jódete. 

Dazai se empezó a reír, viendo cómo el enano se sentaba y terminaba su desayuno. Suspiró, supongo que él mismo se buscó que Chuuya decidiera no seguir posando. Dejó sus pinturas a un lado, y se encaminó hasta la misma mesa, sentándose frente al pelirrojo, apoyando sus codos sobre la superficie para reposar su cabeza sobre su mano izquierda. 

—Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?

El pelirrojo le miró de mala gana, le dio un sorbe a su jugo, y exhaló. 

—Lo sé, pero eso no quita que a veces quiera estamparte la cabeza en el suelo —con eso dicho, terminó dándole el último mordisco al sándwich improvisado que hizo antes de que Dazai le pidiera posar para una pintura —. ¿A dónde iremos hoy? 

Dazai sacó la pequeña lista que tenía en su bolsillo, en ella, estaban apuntadas las fechas de los cinco días que se iban a quedar ahí, cada una con algunas actividades designadas para hacer. Ya habían perdido un día, el primero, pues llegaron, se acomodaron en la pequeña casa y como estaban tan cansados como para salir, se quedaron el resto del día ahí, descansando y relajándose, entrando en el ambiente de playa más que nada. 

—Hoy iremos a... bucear —leyó Dazai, no muy intrigado con la idea. 

Ambos habían hecho esa lista después de todo (no es cierto, Chuuya la hizo, Dazai solo se la pasó dibujando cositas al rededor de la hoja), y si el pelirrojo quería ir a bucear, así sería. 

Chuuya sonrió, contento con la idea. Siempre había querido ir a bucear, más si era en un mar tan diverso como en el que estaban, así que, con más energía que nunca, obligó al castaño a ir a cambiarse, pues este aún seguía en pijamas, y se prepararon para la aventura. 

Colores CálidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora