Colores Cálidos

De compras

Eyyy, lamento mucho la demora. Me enfermé hace dos semanas, luego me vacunaron contra el Covid (me dejó tirada en cama dos días), y ahorita mi hermana anda con Covid valga la redundancia xd, entonces, he estado ocupada con asuntitos de salud ;.; Sorry

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—¿Por qué tengo que ir contigo en primer lugar?

Elise no quería salir, sobretodo por el... estado en el que estaba, tanto anímico como físicamente. 

—Es... una cita importante, quiero tus consejos —admitió el castaño, no muy orgulloso de ello, porque normalmente alguien pensaría que es bueno en el amor, que sabe cómo manejar una cita, que conoce qué decir para conseguir que una persona se fuera a la cama con él... pero no era así, al contrario, no tenía idea alguna porque única persona que de verdad le ha interesado en la vida, era justamente Chuuya, con quien iba a verse. 

Elise alzó una ceja, incrédula. No pensó que su hermano fuera tan... inexperto. Pero tenía sentido, ya que nunca le veía con chicas, o hasta con chicos. Casi siempre estaba en casa, cuidando de Oda y haciendo sus deberes, nada más. 

—¿Oda sabía que te gustan los hombres? 

La rubia tenía curiosidad. Ellos siempre andaban platicando, riendo, compartiendo momentos juntos, así que, probablemente hayan intercambiado muchos secretos, este pudiendo ser uno de ellos. 

—Sí... Bueno, más que los hombres, sabía que me gustaba un niño llamado Chuuya —se coloró de solo recordar la conversación, fue un poco vergonzoso cuando se lo dijo por primera vez, pero se sintió como si se hubiera sacado un peso de encima en ese entonces. 

—¿Y yo por qué no? —cuestionó Elise, cruzándose de brazos. 

—Porque... aún no te veía como mi hermana —fue difícil decirle, más cara a cara, pero si estaban teniendo una conversación honesta, así lo iba a mantener —. Eras más como... la hija consentida de Mori. Así te veía. 

Elise bajó la mirada, procesando las palabras. Sabía que su relación con Osamu no era la mejor; sí, salían de vez en cuando, el mayor le compraba cosas, paseaban juntos, pero hasta ahí. Nunca hablaban como Oda lo hacía con el castaño, pues no había aún esa confianza que, afortunadamente, se estaba construyendo ahora. 

—Está bien —respondió la rubia al cabo de unos segundos de completo silencio, sonriéndole con dulzura al mayor —. Vamos a comprarte algo decente para que vistas. 

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La plaza estaba llena. Jodidamente llena para ser un día equis de la semana. No era viernes, ni sábado, ni domingo, ¿por qué había tanta gente entonces? 

—Dios, ya veo porqué a Mori no le gustaba mucho que fuéramos a la plaza —Dazai no estaba muy contento, odiaba los lugares con mucha gente. Eran ruidosos, niños gritando por allá, parejas peleándose por otro lado, insoportable. 

Probablemente porque no estaba acostumbrado a ello. En el orfanato no habían tantos niños; y los cinco años que ha estado fuera de ahí, estuvo prácticamente en la casa cuidando de Oda todo el tiempo. Así que, lugares con mucha gente, no era su escenario favorito ni estaba habituado a ello. 

—Entonces, restaurante en la noche, con un modelo —se repitió Elise, planeando cosas en su cabeza, recordando todos los mangas que había leído por tantos años —. Dios, qué complicado. Por el momento, vayamos ahí.