•|Despertar|•

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«¡ALEJATE DE MI!» Gritó la suave voz infantil de un niño

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«¡ALEJATE DE MI!» Gritó la suave voz infantil de un niño.

«¡NO QUIERO, MAMÁ SUELTAME!» Su suave voz quebrada por el dolor, su pequeño rostro con enormes ojos oscuros y llenos de terror, enmarcados por el torrente de agua salada de sus lagrimales. 

Junmyeon a lo lejos observaba la escena, como si se tratara de una película en la cual él era el espectador. El vampiro sabe que ninguna de las dos personas en la escena podía verlo, era como si él mismo se tratara de un fantasma al que nadie podía ver y oír.

Continuó observando la escena, la mujer en el recuerdo era joven y regía, las duras facciones de su rostro la hacían parecer más grande de lo que en realidad era, sospechaba que no pasaba de los treinta años. En su mano sostenía una larga y gruesa cadena en la que, sin piedad alguna, amarraba al pequeño niño a una pared con gruesos uniones de hierro con los UE aseguró al niño  y lo dejaba sin mirar atrás. 

El infante, que era pequeño y de contextura frágil gimoteaba con dolor mirando la espalda de su madre alejarse a la enorme casa y cerrar la puerta con un azote. Se tomó sus oscuros cabellos y lo jaló con desesperación entre sus dedos desgarrado, ahora estaba solo en el bosque acompañado de criaturas que no conocía. La escena dejó a Junmyeon incómodo y triste, se quedó en su lugar sin saber qué hacer o cómo ayudar al niño, aún si sabía que no podría auxiliarle la impotencia en su corazón lo hizo sentirse inútil y pequeño.

Se quedó a un lado del niño, sentándose en la tierra sucia sin sentirla realmente bajo su cuerpo. Realmente no estaba allí como le gustaría, observó al cuerpo contrario abrazarse a sí mismo y darse calor. El tiempo pasó rápido como si se adelantara una película, el día comenzó a cambiar y las nubes cargadas de nieve soltaron la blanca y fría nevisca, cubriendo el suelo lleno de tierra y plantas en un blanco manto helado.

Al poco tiempo el niño empezó a temblar más mientras la temperatura bajaba, sus finas ropas no le protegían del aire ni de la nieve que se amontonaba a su alrededor en pequeñas colinas, sus pequeños brazos se apretaban más fuerte en su abrazo y las lágrimas volvieron con menos fuerza, Junmyeon apretó los dedos en la tela de sus pantalones antes de suspirar y tocar suavemente los cabellos negros entre sus dedos. No pudo sentirlo ni el niño tampoco.

El día cambió a la noche y la madre no regresaba, el cielo estrellado acompañado de la madre Luna fueron  el consuelo del niño sin nombre, de sus pequeños labios brotaban palabras de consuelo a sí mismo, intentando darse un poco de animo.

—Madre Luna, ¿por qué mamá no me quiere? ¿por qué me enviaste si no iba a ser querido?—lo escuchó lamentarse bajito, el estómago de Junmyeon se apretó de lástima, sin poder creer que un niño tan joven tuviera tales pensamientos tan pesimistas.

—Llévame contigo.

El vampiro se quedó en silencio, observando con sus ojos gatunos la escena hasta que todo se volvió borroso, como si el escenario se transformara a otro, su cuerpo siendo absorbido en el aire y ser escupido a un ambiente completamente diferente; ahora estaba en una aldea rustica con hileras de pequeñas y modestas casas de madera, muchos árboles de pino con alturas de diferentes tamaños tan colosales o tan pequeños que era fácil perderse en ellos a su alrededor, los campesinos iban y venían cargando panes aromáticos y recién salidos del horno, carretillas o las mujeres con sus bolsas de mandado. Sin embargo el ambiente quedaba en segundo plano al divisar a un joven delgado y pálido, con una larga cabellera negra que llegaba arriba de sus glúteos.

Somos Sangre Y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora