•|Mi nueva naturaleza|•

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Cuando despertó, estaba rodeado de  larga y profunda oscuridad

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Cuando despertó, estaba rodeado de  larga y profunda oscuridad. A lo lejos escuchaba el eco de una gota caer al suelo en un sonido húmedo, olía a azufre y suciedad. Sus sentidos seguían adormecidos y el dolor de su cuerpo que calaba en lo más profundo de sus huesos ya no estaba, como si hubiera desaparecido por arte de magia, su omóplato ya no dolía como antes ni podía sentir el agujero de la flecha en su carne, de hecho solo se sentía un poco cansado.

Con dificultad levantó uno de sus brazos, lo percibía torpe y pesado. Logró tocar su hombro para ver si existía algún dolor en él, tocó un poco más abajo hasta llegar a su pecho donde la flecha había atravesado, está había desaparecido como si nunca hubiera estado ahí. Lo que si notó es una línea atravesando su garganta, era suave y rugosa como una cicatriz vieja que ya estaba terminando de sanar, espantado porque no había tenía eso antes levantó su cuerpo para quedar sentado sumergido en sus pensamientos.

La habitación en la que se encontraba era oscura y mohosa, se notaba que el aire era frío por un presentimiento, sin embargo extrañamente no lograba percibirlo. La poca ropa que cubría su cuerpo era incapaz de darle calor y mucho menos en una habitación como esa. Alertado de levanta con un movimiento demasiado rápido; se estampó contra la pared por no poder controlar su velocidad. Casi grita.
Sus ojos lograban ver todo lo que le rodeaba sin dificultades aparentes al haberse acostumbrado, era extraño por qué no había indicios de luz ni ventanas que permitieran percibir con esa facilidades, casi parecía que era de día.
El sonido chirriante de una puerta al ser abierta lo saca de sus extraños pensamientos y mira a quien ahora lo acompañaba. Un hombre, alto y corpulento enfundado en una chaqueta oscura, su espalda ancha indicaba el tamaño de sus músculos  y la fuerza brutal de sus brazos capaces de fracturar sus huesos con un chasquido.

Asustado, lanza su cuerpo a la pared en el mismo movimiento precipitado que había hecho hace un momento. El hombre suelta una risa, sus colmillos salieron a la luz en un destello blancuzco, dos colmillos afilados como agujas burlándose a luz de la luna en un mortal juego de sus temores, como si el simple pensamiento de su horror lograba divertirle.
—¿Quién eres?— Se atrevió a gritar. El extraño suelta otra risa suave y llena de cruda maldad.
—Tu nueva familia. Y creador de tu nueva naturaleza.

🌹🖤

Habían pasado varias semanas en cautiverio, lo mantenían encerrado en aquella habitación húmeda como si fuera una maldita basura. Y lo estaba pasando fatal.

El primer día fue fácil, no tenía hambre ni sueño. Se sentía fuerte por una extraña razón, sus músculos los percibía mucho más flexibles similares a un gato, su piel la notaba más pálida y sin vello, la imaginaba pulida e inmaculada a pesar de estar hace unos momentos tirado en el suelo sucio. Al tercer día la falta de interacción social empezó a pasarle factura, estaba solo con sus pensamientos.

Pensaba el Luhan, en su madre, en SeHun con su mal carácter y su horrible personalidad, en los chicos de su manada que tanto quiere hacer desaparecer, e inevitablemente en la madre de Luhan. Lo demacrada que estaba con sus huesos salidos y la luz de sus ojos apagada ¿Su madre estaría igual? Esperaba que no, no quería verla de esa manera, no deseaba que la luz que tanto la caracterizaba desapareciera con la misma intensidad que la señora Lu.

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