•|Resurrección|•

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Hwasa siempre fue una sirena débil, aunque la gente no dijera lo mismo una vez que la conocían

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Hwasa siempre fue una sirena débil, aunque la gente no dijera lo mismo una vez que la conocían. Sin embargo ella lo sabe muy bien, como ningún otro. Está llena de miedos, penas y misterios a los que no tiene la mínima intención de demostrárselos a su familia, a sus seres queridos o a los pocos amigos que ha hecho, ni siquiera a la persona que ama. Kwon Hyuk-woo.

Sus miedos siempre estuvieron presentes en cualquier forma, sueños acosándola en medio de la noche para robarle el aliento, paranoias estúpidas cuando nadaba rodeada de mar oscura y fragmentosa contra su cola, o la culpa. La mugrienta culpa cada vez que observaba las piernas de Solar. Las sirenas no lloran, podían pasar siglos enteros sin que soltaran una gota de agua salada de sus ojos de colores porque asi es su naturaleza. 

Pero ahora, estaba demasiado cerca de soltar la primera lagrima en toda su existencia; ver a su madre adoptiva entrar junto a la reina Yoona con sus guardias a sus espaldas presagiaba una terrible ola de miedo en todos los presentes. Las sirenas a su alrededor se removían inquietas mientras murmuraban entre ellas con el pánico patente en sus ojos y el temblor de sus cuerpos, algunos volteaban a verla en busca de ayuda. Algo, algunas palabras que los motivara a sentirse mejor y a estar en calma aguardando instrucciones para el regreso de su líder. 

Pero ¿qué podía decirles? no era una líder nata que pudiera decir simples palabras, las palabras le eran difíciles y poco convencionales, prefería las acciones o los hechos ante situaciones de crisis, era una guerrera no una líder. Kyungsoo se mantenía calmado como siempre  a lado suyo como si no tuviera miedo, como si el hecho de que su madre estuviera desprotegida junto a otra líder no fuera algo malo. Pero gracias a eso, los demás tomaban su ejemplo, los espectadores comenzaron a calmarse por la serenidad de su tritón príncipe. Algunos se tiraban al mar para relajarse en sus formas originales y otros se recostaban sobre la cubierta del barco para relajarse. Aguardando.

Hwasa temblaba, su corazón palpitaba al ritmo de sus respiraciones apresuradas en un tambor fuerte y constante. La delicada mano fría de Solar tomó la suya entrelazando sus dedos con suavidad, demostraba su calma, su apoyo y sobre todo el amor hacia ella. Se formó un nudo mucho más grande.

—Estará bien— la tranquilizó la rubia platinada, sus ojos azules relucían como dos esferas de agua cristalinas ante la luz de la luna. El ligero apretón en su hombro por parte de KyungSoo le dio el animo y el valor de pararse erguida y dirigirse ante los demás tritones y sirenas.

—Hermanos míos, escuchadme. Mi corazón feliz les da las gracias por haber venido esta noche y luchar fieramente como el pueblo guerrero que somos. Gracias por venir a auxiliarnos y les aseguro que serán recompensados por su valentía y honor, por lo que les pido que me digan quienes resultaron heridos y les suplico que después de curar vuestras heridas regresen a nuestro pueblo para guardar reposo. Los que decidan quedarse por favor escoltar a mi hermano de regreso con ustedes y con nuestra líder. 

El pueblo se mostró satisfecho, algunos asintieron profundamente como acostumbran a hacer cuando acatan ordenes mientras otros realizaban una reverencia corta. 

Somos Sangre Y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora