El comienzo del infierno 1/2

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14 años antes...

Hinata Shoyo era un niño de 7 años como cualquier otro, era un niño muy alegre y sentimental, un niño que amaba a su familia por sobre todas las personas que se le presentarán. Hinata era el típico sol de cada mañana, era como el sol después de la tormenta, dispersaba cualquier nube en su familia dejando solo la alegría de un hermoso día perfecto para salir a jugar.

Su pequeña hermana Natsu de apenas 1 año ya era igual que él, no era como todos esos niños que solo lloraban, para nada, en realidad era igual que Hinata, un sol en sí misma. Sabía hablar muy poco pero no era de sorprender que su primer palabra fue el nombre de su hermano, después de todo era con quien más convivía y lo admiraba tanto que para ella no había mejor persona que él.

Su madre era una mujer respetuosa, amable y cariñosa que amaba a sus dos pequeñas mandarinas por sobre cualquier otra persona, aquella mujer de descendencia latina (porque se me da la gana) con un gran corazón era su cuidadora y protectora, la persona que daría la vida por sus dos criaturas, se dejaría torturar con tal de asegurar la vida de sus hijos, si, esa era su madre.

Su padre... en un principió fue un gran policía, muy respetado por todos y el orgullo de su esposa e hijos, no estaba ni cerca de ser lo que era hoy en día, era alguien correcto, justo, paciente y cariñoso. Era un hombre totalmente amado por su familia y querido por casi cualquier persona.

Pero un día todo cambió... el egoísmo y la avaricia le hicieron una mala jugada y toda su vida se derrumbó.

De repente comenzó a ser cada vez más agresivo, y no solo con su esposa, también con su hijo, a Natsu era la única  a la que no le ponía ni un dedo encima y solo porque tanto como Shoyo y su esposa se  lo impedían. No entendían el porque de tan repentino cambió, no entendían porque dejo de ser aquel hombre que tanto apreciaban. 

Los abusos y maltratos se hicieron constantes, cada vez más bruscos y violentos, cada vez más peligrosos y letales, cada vez más llenos de odio, habían comenzado a vivir de esa manera por el miedo, el miedo de hablar, era un policía, claramente no se sentían seguros con los demás policías, claro que no todos son así, claro que no hay que echar a todos en la misma mierda, pero el miedo paraliza, el miedo hace que no pienses con claridad, el miedo te hace sentir inseguro, además su padre no tenía reputación de ser irrespetuoso y mucho menos un maltratador. Entonces ¿Por qué alguien les creería si solo lo conocían como el hombre que alguna vez fue?, podía pasar lo contrarío, pero el miedo a que no les creyeran y todo fuer peor era verdaderamente paralizante.

Fue así que continuaron con esa vida, tomando los abusos y maltratos físicos y psicológicos de su padre como algo normal, algo de todos los días... hasta esa noche... la noche en que su madre descubrió todo, la noche en que descubrió algo que no debió saber jamás.

-Dime que fue lo que te paso, tu no eras así, tu no eras esta horrible persona... ¡TU NO ERES EL HOMBRE DEL QUE ME ENAMORÉ! -Dijo la madre de Hinata con la voz quebrada mientras su lagrimas resbalaban por sus mejillas. Simplemente no entendía porque.

-¡YA CALLATE! -Gritó su padre dándole una bofetada a esa pobre mujer.

-¡YA ESTOY HARTA DE TUS MALTRATOS, ESTOY HARTA DE QUE ME TRATES ASÍ A MI Y MIS HIJOS, ESTOY HARTA DE TI! -Está ves grito la mujer mientras sobaba su mejilla y poco después le devolvió la bofetada al hombre frente a ella -Lo nuestro se termina aquí y ahora, no pienso seguir con alguien como tu, un corrupto, maltratador y abusivo, esperaba que recapacitaras, que volvieras a ser aquel hombre que tanto ame, pero ya vi que eso no pasará, me largo y me llevo a MIS hijos.

-¡De ninguna manera! -Dijo el hombre mientras sacaba su pistola de su lugar habitual con el silenciador puesto y después le disparo a aquella mujer.

Ella cayo al suelo sin reacción, no hacía ningún ruido, no se movía puesto que ya no podía hacerlo pues ya no respiraba para ese momento. Aquel hombre aun con arma en mano vio lo que había acabado de hacer, asesinó a su esposa...

Sumido en la desesperación y nerviosismo llamó a sus colegas para que lo ayudarán en esta situación, pero mientras hablaba por teléfono logro verlo. Su pequeño hijo Shoyo estaba fuera de la puerta con su hermana en brazos sin dejarla ver aquella escena, sus ojos desbordaban en lagrimas y su miraba demostraba sorpresa y horror puro, temblaba y sollozaba, veía el monstruo en el que se había convertido su padre y los restos de su madre que ahora solo era un simple cuerpo sin vida.

Aquel hombre vio al pequeño enfurecido, sabía que si Shoyo decía algo estaría perdido, así que rápidamente se levanto y por reflejo Shoyo salió corriendo hacia su cuarto, puso seguro y pensó en que hacer.

¿Qué podía hacer él?, era un niño de apenas 8 años luchando con su padre de aproximadamente 34 años y seguramente todo su equipo con la misma edad, eran mucho más grandes y fuertes, al lado de ellos era presa fácil, era como quitar una pequeña basura del camino.

Decidió que escapar, era la mejor opción, así que tomo a su hermana, con algunas cosas hizo escaleras para alcanzar la ventana y poder escapar, pero era demasiado tarde, su padre ya estaba dentro y lo atrapo a él y a su hermana.

-A ti te callaré a como de lugar -Dijo para después comenzar a golpearlo.

Hinata quedo en el suelo adolorido, apenas y podía respirar, sentía que cada órgano de su cuerpo explotaba, sentía que era su fin. Antes de caer inconsciente pudo ver como su hermana era cargada por aquel hombre que ahora despreciaba, pero sin poder moverse, totalmente débil e impotente no pudo hacer nada, lo vio alejarse con la única familia que le quedaba...

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