Capítulo 11

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Despierto sobre saltada, me incorporo inmediatamente sobre la cama, mi corazón late descocado, debe ser por la decisión que tomé anoche.

Trato de controlar mi respiración. -tengo que serenarme, no puedo ir así, debo ser fuerte.- me repito mentalmente mientras salgo de la cama.

Entro al baño y me doy una ducha rápida, aún hay tiempo, pero necesito llegar antes de que el bufete se abarrote.

Comienzo a cambiarme, veo la hora en el reloj que está en la pared, son las 7:55, debo de mandar un mensaje. Voy hasta la mesa de noche, tomo mi celular y comienzo a escribir, una vez que lo he mandando, lo dejo de nuevo sobre la mesita y continúo arreglándome.

Diez minutos más tarde, llego al estacionamiento del bufete, noto que su vehículo ya se encuentra ahí, lo que significa que él ya debe estar esperándome.
Estaciono mi auto y bajo. Respiro profundo esperando que mi corazón, que no ha latido a menos de 130 latidos por minuto desde que desperté, se tranquilice, pero no lo consigo. Mis manos están frías y sudando, pero no importa, me envalentono y continúo con mi andar hasta llegar al elevador.

Memorizo cada una de las palabras que debo decirle. Sigo inhalando y exhalando mientras el artefacto me conduce a mi piso. Las puertas de abren, salgo y veo que apenas hay dos personas en los pasillos, eso me alienta. Camino hasta llegar a la puerta de la oficina, una última exhalación profunda, antes de entrar.

- Buenos días. - saludo. Él está ahí, justo frente a su escritorio con las caderas recargadas en él. Tiene los brazos cruzados. No puedo evitar sorprenderme por lo guapo que se ve, siempre tan pulcro, tan elegante.
Nuestras miradas se cruzan y puedo ver en su semblante preocupación.
A veces no creo lo mucho que lo conozco en este poco tiempo, pero, ¿cómo no conocerlo? si tengo grabadas cada una sus facciones en mi mente.

- Bueno días, Serena. - responde el saludo cauteloso. No se mueve de su lugar y eso es bueno. ¡Que se quede ahí o todo será muy difícil! - ¿Has pensando en lo que te dije?

- Sí. - Voy hasta mi escritorio y dejo mis cosas, puedo notar que mis manos tiemblan, aprieto los puños para que no se note. - Licenciado... - me aclaro la garganta y lo veo directamente a los ojos. Él se mantiene igual. - Voy a ser muy clara, he pensado bastante las cosas este fin de semana - frunce el ceño con las últimas tres palabras - usted es mi jefe y un hombre casado, así que cualquier cosa que haya pasado antes, no se puede volver a repetir...

- Serena... - intenta acercarse, pero retrocedo un paso y lo detengo con la mano.

- ¡No! - digo tajante - No se acerque más... - vuelvo a aclarar mi garganta, siento como se me va formando un nudo. - No quiero volver a hablar de lo que pasó. Ambos olvidaremos el tema y continuaremos con nuestras vidas como hasta ahora. Debemos ser profesionales. - mi tono es duro, pero debo ser clara.

Está ofuscado, lo sé. Busca dentro de mis ojos un ápice de duda, pero no lo puedo permitir, desvío la mirada. Se acerca y toma mi mano, la coloca sobre su pecho, puedo sentir como su corazón late rápidamente igual que el mío. - ¿Sientes eso?

Dirijo mi mirada a su mano que sujeta la mía, luego a sus ojos, pero no respondo. - Sientes como tengo el corazón acelerado... esto lo provocas tú y nada más tú.

Me suelto inmediatamente, sé a dónde se dirige con eso, pero yo ya tomé una decisión y no voy a cambiar de opinión. - Lo lamento, pero esto no es correcto.

- Esta bien, sólo responde algo... - dice resignado y hasta cierto punto molesto. - Júrame que no sientes nada por mí, júrame que no te mueres por volverme a besar, júrame... - traga saliva ruidosamente. - júrame que no me amas, y te dejaré en paz... - su tono de voz bajó considerablemente.

Enamorada de mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora