Capítulo 38

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Después de ese momento tan desagradable, esperé a Seiya llegara para explicarle lo había sucedido, obviamente al hacerlo, se molestó muchísimo.

- ¿Qué demonios tenía en la cabeza Rei? ¡No lo puedo creer! - murmuró molesto, más para sí mismo que para mí.

- No lo sé, pero al menos ya no la veremos por aquí. - Para ese momento me sentía más tranquila, aunque había algo que todavía no entendía y me estaba molestando. - Lo que no sé, es porqué Rei adoraba tanto tu matrimonio con Kakyu, te juro que parecía poseía cuando me gritaba que por mi culpa habían terminado.

- Tal vez se encariñó mucho con ella... - dijo pensativo.

- Pero eso no le daría motivos para ponerse como se puso, y fue peor cuando le dije que ella ya estaba con alguien más... aunque obviamente le agregué de mi cosecha, diciéndole que ya estaba casada. Pero de cualquier manera, me parece muy raro.

- Ya no te preocupes por eso, sus razones tendrá, lo mejor es que tú y mi hijo van a estar en calma, y para mí eso es lo más importante. - me abrazó por la espalda haciéndome sentir su calor y apoyo. - Lita me dijo que tiene todo preparado, y como no puedes montar Kenji nos llevará en el jeep lo más cerca posible del lago, de ahí tendremos que caminar. - sus besos en mi mejilla me hacen sonreír.

- No te preocupes, aún tu hijo es pequeño, así que mis piernas aún pueden soportar una caminata.

- Bueno entonces vámonos... - Me alejó de la comodidad de su espalda para tomar mi mano y caminar conmigo hasta la entrada. El día estaba bastante soleado, pero los árboles de alrededor hacían un viento riquísimo.

Salimos de la propiedad montados en el jeep. Mientras recorremos el camino puedo ver a lo lejos a Yaten, arando la tierra, sus verdes ojos se cruzan con los míos por un momento, está molesto pues sus cejas se juntan hasta casi topar. Entiendo que está molesto por lo Rei, pero yo lo estoy más. Desvió la mirada en un intento de ignorarlo.

Minutos después estamos lo bastante cerca del lago. Kenji detiene el auto y al bajar, Seiya le pide que en tres horas vuelva por nosotros.
El camino hasta donde estuvimos la vez pasada no fue muy largo afortunadamente, mis pies lo agradecieron, pues aunque me jacté de todavía estar en buena condición, mi cuerpo me hizo ver eso no era cierto.

- ¡Wow! - Al subir la vista del camino me topo con el lago. La vista es maravillosa, el musgo ha creído considerablemente a la orilla, el pasto es más alto y verde, los árboles se ven más altos y frondosos. El sol se refleja en el agua y es maravilloso.

Los brazos de Seiya me arropan junto a su cuerpo.

- ¿Verdad que es bellísimo? - susurra cerca de mi oído.

- No creí que se pudiera ver mejor que en otoño... - Me quedé por un momento embelesada con el paisaje y al parecer, mi bebé pudo verlo a través de mis ojos. Se movió suavemente dentro de mí, con comodidad.

- Ven acá... - me tomó de la mano y me llevo al mismo lugar donde habíamos estado antes; esperé mientras coloca la manta para poderme sentar.

Una vez lista, me ayudó a acomodarme cómodamente sobre la manta y él hizo lo mismo, sacó una a una, cada cosa que las chicas habían puesto, una jarra de jugo, frutas, pan, platos y vasos. Me rodeo con sus brazos por la espalda y acaricio mi pronunciado abdomen mientras disfrutamos unos minutos en silencio de lo que nuestros ojos veían.

- ¿Recuerdas aquella vez en que venimos aquí, y te dije que en ese momento, era completamente feliz? - asentí aún embelesada por lo que veían mis ojos. - Pues me retracto... - salí de mi ensimismamiento para voltear a verlo sorprendida, pero antes de poder decir algo, él continuó hablando - Este momento es el más feliz de mi vida... ahora estamos juntos, sin ataduras, sin escondernos, con nuestro hermoso hijo que está por nacer. Pronto serás mi esposa y auguro felicidad absoluta. Éste, justo éste momento hace que me sienta completamente feliz.

Enamorada de mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora