Capítulo 34

285 27 3
                                    

Su oferta me hizo recapacitar. No podía olvidarme tan fácilmente de todo lo que había pasado, aunque al parecer todo tuviera una explicación.

- No. - alejé mis manos de él - lo que acabas de descubrir no cambia nada.

Me miró perplejo mientras una curva surcaba su frente.

- ¿Cómo que no cambia nada? - espetó- ¡Vas a tener un hijo mío, por el amor de Dios!

- Pues sí, pero eso no te da derecho a aparecerte de la noche a la mañana y pedir que cambie mi vida por ti. Ya no. - me di media vuelta, caminé hasta la puerta haciéndole un ademán de salir, al estar ya ahí.

- No comencemos de nuevo por favor. Solo quiero estar contigo y con mi hijo. Sé que tengo un camino bastante difícil conociéndote como te conozco, pero estoy dispuesto a todo, con tal de que me des una nueva oportunidad.

- No Seiya, para ti ya no hay más oportunidades. - aseguré - No te voy a quitar el derecho de ver al bebé pero eso de "tu y yo, la familia feliz, no". Posiblemente nunca lo imaginaste, ni yo tampoco, es claro, pero debiste de haber pensando mejor las cosas antes de actuar como lo hiciste. Me lastimaste como jamás nadie lo había hecho y eso no te lo voy a perdonar. - Mi discurso fue tan convincente que su rostro se entristeció de sobre manera. Se me hizo un nudo en la garganta nuevamente, por verlo así, y por mis propios sentimientos. Pero era real, no creía que hubiera un "nosotros" en un futuro próximo.

- Voy a luchar por ti... - susurro.

- No lo hagas... - le respondí.

Se formó un silencio entre nosotros, pero después de lo que me parecieron horas, le vino una idea a la cabeza. - No me pienso ir de aquí. - dijo seguro.

¿Es enserio? ¿Tenemos cinco años o que? ¡Porqué es tan difícil!

Lo observé caminar hasta el sofá y sentarse cruzándose de brazos. ¡Enserio, tiene cinco años!

- Andrew llegará en cualquier momento y no quiero que se moleste conmigo, por favor vete de aquí.- insistí.

Miró su reloj de pulsera.

- Eso dijiste hace media hora y no ha vuelto.

Quería arrancarle la cabeza. Lo juro.

- Seiya, por favor, no me hagas esto más difícil, necesito descansar, tú hijo lo necesita... - estaba fastidiada. Me sentía totalmente abrumada y cansada y el papanatas este, no parecía quererse mover.

- "Mi hijo" - repitió fascinado - que hermosas suenan esas palabras.

- Si no te vas, llamaré a la policía.

- Háblales, te aseguro que me darán la razón cuanto les diga que solo quiero estar con mi familia.

Lancé un grito desesperado y cerré de un portazo.

- Bien, si te quieres quedar ahí, haz lo que quieras. Pero desde ahora te digo, cuando despierte no te quiero ver aquí. - estaba furica, otra vez. Siempre sabía como sacarme de mis casillas, pero ahora, en este momento, estaba pasando a segundo plano. La cabeza me punzaba de tanto llorar, me dolía el cuerpo como si me hubiera pasado un tractor por encima, y para colmo, los pies me mataban; eso por decir sólo lo físico. Lo emocional iba más  allá.

Caminé hasta mi habitación y me encerré en ella con seguro. No iba a permitir por nada del mundo que él entrara.

Comencé a desvestirme lentamente y me metí en la ducha. El agua caliente me relajó un poco.

Cuando desperté, jamás pensé que este día acabaría así. Seiya había vuelto, me había dado la explicación que había pedido desde hace cinco meses y ahora estaba a unos metros de mí, en mi departamento.

Enamorada de mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora