Epílogo

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Después de la boda no creí que algo más fuera a conmoverme tanto, pero no, estaba equivocada, la luna de miel me dejó sin aliento, y lo digo en ambos sentidos.

Mi esposo... ¡Qué bien se siente decir esa palabra! ... Me llevó a Paris, sí, el lugar más romántico del mundo.

Ese lugar donde nos volvimos a amar con locura y nos entregamos en cuerpo y alma nuevamente, en la terraza de la habitación donde teníamos a la Torre Eiffel de fondo, mirándonos.

Los paseos por el lugar fueron formidables, me llevó al Museo del Louvre, viajamos en un crucero romántico por el río Sena, hicimos un recorrido por el Palacio de Versalles, bebimos y degustamos en la zona del champagne y caminamos al anochecer por las bellas calles de París, todo un sueño...

Cuando nuestra luna de miel terminó volvimos a casa con las pilas recargadas. La verdad es que la mitad de mi ser era completamente feliz al lado del hombre de mi vida visitando todos esos lugares tan hermosos y romántico, pero la otra mitad ansiaba regresar para tener a mi hijo en mis brazos, lo extrañaba, y aunque sabía que él era todo un niño independiente a su corto año de vida, lo amaba horrores y moría por verlo.

Al llegar al aeropuerto mi hijo, Hotaru, Mina y familia ya nos estaban esperando.

- ¡Bienvenidos! - la voz chillona de mi amiga me hizo ubicar fácilmente donde se encontraban. Levanté la mano para hacerle saber que íbamos en su dirección. Seiya me sujetó de la cadera mientras caminábamos hasta donde estaba nuestro recibimiento.

- ¿Cómo se portó mi hijo? - anticipándose, mi esposo se apartó de mí y soltando maletas y todo, corrió a su encuentro y lo tomó de los brazos de Hotaru, besándolo y acunándolo con mucho amor, éste inmediatamente lo reconoció y rio emocionado al ver a su padre.

Me quedé parada en el mismo lugar donde me dejó, la escena era maravillosa y digna de admirar. Y pensar que yo era la que me sentía ansiosa por verlo...

- ¿Qué tal el viaje? - preguntó mi amiga acercándose a mí y dándome un fuerte abrazo.

- Todo fue perfecto... - le susurré en el oído.

- Ya hubiera querido yo hacer el amor frente a la torre Eiffel... - dijo con un tono de voz muy sugestivo y en voz baja riéndose. Le di un manotazo en la espalda por la indiscreción.

- Bienvenida Serena ¿Visitaron muchos lugares? - Preguntó Hotaru al acercarse.

- Sí, y traje mucho regalos... - la abracé y ella se sonrojó - ¿Cómo se portó mi hermoso hijo? - pregunté una vez que nos separamos.

- Muy bien, sabes que es un niño muy bien portado.

- No tienes nada de qué preocuparte, todo estuvo tranquilo mientras ustedes disfrutaban de su luna de miel... - comentó la rubia.

Volví a poner mi vista en mi esposo y él seguía haciéndole arrumacos a mi hijo. Mi corazón seguía lleno de felicidad de verlos juntos.

Mal pareció querer saludarlo pero al verlo tan entretenido decidió venir a saludarme.

- Hola Mia... - le hice cariños a la pequeña mientras Mal se acercaba a darme un beso en la mejilla.

- Deben de estar cansados por el viaje... -asentí - he rentado una Suburban para que Seiya no tenga que manejar... vamos.

Mina tomó a su pequeña hija y Mal y Hotaru me ayudaron con las maletas mientras yo me acercaba por fin a mi príncipe.

- Hola mi cielo... ¿No extrañaste a mamá? - le extendí los brazos y éste inmediatamente hizo lo mismo. - Ven acá mi cielo... - Seiya lo acercó a mí y lo tomé en mis brazos acurrucándolo, luego su papá se nos unió en un abrazo grupal.

Enamorada de mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora