Capítulo 2

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Lucas Arnett

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Lucas Arnett

Mi alarma me despertó a las 7:00 am. Hora perfecta para prepararme y asistir a mi primer día de escuela en este nuevo lugar. Me asomé por mi ventana para admirar la vista del amanecer y mientras lo hacía, mi atención se desvió a aquella casa color miel que estaba frente de mí. Por lo que sabía, en aquella casa viven tres personas: una mujer adulta, un niño de aproximadamente trece años y una chica que al parecer es más o menos de mi edad. Esa familia captó mi atención el día de ayer cuando vi a la señora y la chica discutir sobre algo en especial. A decir verdad, por la mirada de la mujer adulta, se notaba que estaba furiosa con su hija y su hija con ella.

¡Nia! —espetó la señora llamando a su hija que claramente la ignoró—. Esa niña me va a matar —murmuró entre dientes para después dirigir su mirada hacia mí, apenada—. Perdón... Bienvenidos al vecindario.

Hola contesté amablemente.

La voz aguda de mi hermana menor me sacó de mis pensamientos.

—Buenos días, hermano.

—Buenos días, Alli —saludé con una sonrisa.

—Será mejor que bajes a desayunar. Papá hizo waffles con maple.

♥♥♥

—Te veo luego, papá. Nos vemos, Alli —En cuanto bajé de la camioneta, me quedé admirando la fachada de mi nueva escuela. Nueva escuela, nuevo comienzo, nuevos amigos y tal vez una que otra aventura nueva.

La verdad es que yo no era nada feo y nunca he tenido dificultades para recibir un beso o coquetear con una que otra chica. El rechazo por parte de chicas jamás ha sido un problema para mí y...

Concéntrate, Arnett. Viniste a Carolina del Sur para empezar de cero con una nueva vida y nuevas personas. Deja de pensar en lo bonitas que son las mujeres y concéntrate.

Sin más rodeos, me adentré en aquella escuela color azul marino con un gran patio lleno de árboles. Debía ir al salón C-105 donde me darían la materia de Literatura. Busqué el edificio y el salón, cuando los encontré, tomé asiento en el primer asiento vacío que hallé. Sentí la mirada y escuché los susurros de todos los que ya estaban en aquel salón. Supongo que se preguntaban quién era, pero no se atrevían a preguntármelo en la cara. Había llegado aquí con el propósito de cambiar mi entorno y cambiar yo mismo, así que decidí ahorrarles la molestia de seguir admirándome en silencio y me presenté.

—Buenos días. Mi nombre es Lucas Arnett y, sí, soy nuevo en la escuela y también en la ciudad —dije con una sonrisa amigable en mi rostro—. Espero que nos llevemos bien.

Volví a tomar asiento en mi lugar y a los pocos segundos un chico de tez morena y ojos claros con una gorra de béisbol volteada hacía atrás se acercó conmigo.

—¿De dónde vienes, viejo?

—Michigan.

—¡Genial! Mis primos viven ahí y de vez en cuando voy a visitarlos. Soy Bruc, por cierto. Ven, te presentaré a mis amigos, estoy seguro de que les agradarás.

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