Cuatro.

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      Miró la puerta de su casa, su pequeña pero acogedora casa

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      Miró la puerta de su casa, su pequeña pero acogedora casa. Eran las diez de la noche y le dolía demasiado la espalda pero en sus labios surcaba una sonrisa, todo el dolor y el cansancio los obtenía él y no su madre, eso era satisfactorio.

     Cuando abrió la puerta, Emilie estaba sentada de brazos cruzados en el único sofá de la sala de estar. Estaba seria, con el ceño fruncido y los labios apretados. Por supuesto que no le causaba gracia ver a su hijo llegar a estas horas, y no por un tema de sus tres empleos en la semana, sino porque había usurpado su lugar en la mansión de los Dupain-Cheng.

     Con una mano le indicó que se sentara a su lado, el mensaje era claro, conversarían sobre la hoja que se encontraba en su regazo.

-¿Por qué lo hiciste? -Emilie lo miró seriamente.

-"Porque estás mal de salud, te estás desgastando, ¿acaso creíste que iba a permitirlo?" -luego de mirar sus manos, su madre lo miró triste a los ojos.

-Pero toda mi vida he hecho esto, mi amor. Ni siquiera me causa gracia que pierdas tus vacaciones hundido entre tres empleos, el único deber de tu hermana y tuyo es estudiar y ser lo que tu padre y yo no pudimos -se le quebró la voz, pero a esas alturas los ojos de Adrien ya estaban llenos de lágrimas mirando el suelo. No soportaba que su madre se angustiara por lo que era inevitable, él trabajaba porque era una necesidad, porque su padre había fallecido y alguien tenía que tomar su lugar.

-"Pero es lo que tenemos y hay que aceptarlo" -suspiró, dejó salir sonidos y gruñidos, era todo lo que su maldito cuerpo le permitía hacer-. "Y ya perdí a mi papá, ¿quieres que te pierda a ti?" -la abrazó para depositar un beso en su cabeza por un largo rato mientras la sentía sollozar. Quería decirle que estuviese bien, que iban a salir de esa situación juntos pero no podía pronunciarlo, aún no.

     Fue así como Emilie se quedó dormida entre sus brazos. Su hijo poseía bastante fuerza como para levantarla y acomodarla bajo la ropa de la cama. Emilie estaba con principios de depresión pero sólo él podía darse cuenta, era por eso y mucho más por lo que iba a reemplazarla en lo que fuera necesario en la mansión Dupain-Cheng. 

     Sabía que le daban trabajo de más por ser un hombre joven y fuerte, pero aún así era excesivo lo que originalmente se le daba a Emilie. ¿Y si convencía a Tom Dupain de los beneficios de tener otro empleado más? Podría aplicar algunos conocimientos administrativos que aprendió trabajando en Starbucks, la comida rápida y de repartidor de periódicos, su empleo de fin de semana.

     Adrien le dio las buenas noches hablando en su cabeza.

Eres mi heroína... te amo mamá, descansa.

     Depositó un beso en su frente y se fue de allí hasta la habitación de Clementine para darle las buenas noches también.

     La paga en la mansión de los Dupain-Cheng era un poco más de lo que ganaba por los tres empleos juntos, tenía sus pros y sus contras pero prefería observar las cuestiones positivas que esto le daría.

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora