Diecinueve.

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     Adrien miraba el techo en medio de la noche, no sabía qué hora era y tampoco se atrevería a mirar su teléfono para no desesperarse

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     Adrien miraba el techo en medio de la noche, no sabía qué hora era y tampoco se atrevería a mirar su teléfono para no desesperarse. No podía conciliar el sueño pensando en lo que había hecho esa tarde en el baño de la escuela. Él era una persona civilizada pero el enfado había llegado a su límite.

     Marinette Dupain-Cheng lo había molestado a tal punto que la única forma de hacerle entender que no todo se podía planear, además de hacerla callar, era sorprenderla con un beso. Iba a ser corto pero se dio cuenta de que sus labios eran deliciosos y que quería demostrarle que bajo esa fachada de mudo era un hombre con deseos como cualquiera.

     No importaba lo que le dijera después, tampoco importaba que Marinette no lo quisiera, pero en ese momento ella había respondido con la misma sed a cada uno de sus besos, la había sentido temblar cuando besó el lóbulo de su oreja.

     Pero tiene novio, se recordó a sí mismo. Luka Couffaine no tenía la culpa de que su novia fuese una mujer tan temperamental, que tuviese la necesidad de ser la mejor en todas partes. ¿Por qué se comportaba de esa forma cuando sus padres no eran así?

     No iba a darse una tercera ducha de agua fría a estas alturas sólo porque se estaba poniendo caliente recordando su cuerpo desnudo y el beso pasional. La guerra estaba más que declarada, ambos se odiaban, sólo debía seguir su camino y no tomarla en cuenta, porque tampoco iba a dejar de ser inteligente para no superarla, simplemente para él no existía. Sí, era fácil decirlo, pero su cuerpo no captaba el mensaje, porque cada vez que recordaba esos besos su polla palpitaba.

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     Era miércoles 24 de septiembre, hoy era la fecha donde todos debían elegir el curso obligatorio extracurricular, había de todo. ¿Qué probaría Adrien?

     A su lado estaba Zoé colgada de su brazo para leer también cada una de las alternativas.

-¿En qué eres bueno? -le preguntó la rubia. Adrien escribió con una sonrisa engreída.

Soy bueno en todo, por eso no sé en qué inscribirme.

     Su respuesta hizo reír a su, al parecer, nueva amiga, incluso al resto de los chicos que lo tenían incluido dentro del grupo.

-Me meteré en uno deportivo, quizás aún queden cupos en algo tan apasionado como el golf -Marc sostuvo un lápiz e inscribió su nombre efectivamente en el club de golf porque su padre era dueño de varios parques en el país y debía dar el ejemplo-. No podrás inscribirte en debate, no creo que los otros quieran aceptarte allí por temor a ser destrozados, ¡BAM! -Adrien sonrió en agradecimiento, con ellos daba lo mismo ser mirados como extraños, porque todos tenían en común una cosa, no importaba la cantidad de cifras en sus bolsillos.

-Creo que me inscribiré en street dance, siempre me ha gustado el baile -Zoé se puso de puntillas para colocar su nombre-. ¿En qué te meterás? -Agreste había visto un curso, pero no, podía decir cualquier cosa al mundo menos la pasión que con su padre habían compartido aunque sea después de su muerte. Miró bien la lista de los demás cursos y se dio cuenta que los dos que más le llamaban la atención calzaban con su horario-. No te olvides que algunos están fuera del horario de clases, eso facilita las cosas.

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora