Epílogo.

905 58 93
                                    

     Estaba frente a la televisión cambiando canales una y otra vez, no sabía qué quería ver y tal vez ni siquiera tenía ganas de ver TV

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     Estaba frente a la televisión cambiando canales una y otra vez, no sabía qué quería ver y tal vez ni siquiera tenía ganas de ver TV. Se sentía agotada y cansada de su vida, tenía los ojos rojos porque dormía muy poco debido a todas las cosas que hacía en el día y parte de la noche, pero hoy era uno de esos días donde estaba haciendo nada.
Escuchó un golpe en la puerta, ¿sería la pizza que pidió para cenar?

     No tenía visor en la puerta así que la abrió de inmediato, pero su sorpresa fue enorme cuando personas de grandes proporciones con sus chalecos del FBI la habían acorralado contra la pared en un abrir y cerrar de ojos.

-Señorita Rossi, va a tener que explicar muy bien qué hacía la madrugada del 20 de diciembre afuera de la casa del señor Agreste.

     Lila empezó a sudar, miraba todo a su alrededor con tal de no responder, pero la fuerza bruta de los agentes la hizo voltear la cara.

-Yo... yo no fui allí.

-Lila, hay evidencia de que eres tú, tu cara es muy fácil de ver desde cualquier parte. ¿Realmente quieres mentirle a la ley? -tomó el CD para mostrárselo-. Aquí hay un video donde estás ocupando un computador fuera de la casa de Adrien Agreste, si no tienes una explicación lógica te juro que no te dejaremos salir -miró a otros colegas-. Registren la casa.

-¡Está bien, voy a explicar! -con tanto miedo no se le ocurría otra cosa, usualmente siempre estaba en un estado de calma, pero ahora que de dinero su situación era patética andaba agitada-. Me contrataron para hacer un robo, pero no creí que se darían cuenta, maldita sea.

-Usualmente la desesperación hace que las personas pierdan su talento, para la próxima tendrás que ser más cuidadosa, aunque no habrá próxima -Peeters sonrió con asco, detestaba a la gente como ella, que usaban su pseudointeligencia para cometer crímenes.

-Jefe, encontramos este cheque dentro de un joyero, también su computadora para analizarla -Peeters se puso guantes blancos para tomar el cheque, abriendo sus ojos enormemente al ver el nombre que aparecía allí.

-¿Esta persona te mandó a cometer el crimen? -Lila cerró los ojos, podía darle otra explicación, pero las huellas digitales suyas y del autor estaban allí, gimió y asintió-. Cada día me sorprende más lo estúpidos que pueden ser.

-No somos estúpidos, simplemente pedí más dinero y en su descuido no me dio efectivo, sino un cheque que no he cobrado.

-Ni podrás cobrar -le quitó el teléfono que supuso guardaba en el bolsillo-. Ahora registrarán todo esto, también tu computadora y verán si encuentran alguna huella digital en este cheque que pertenezca a Luka Couffaine.

     A Lila Rossi se la llevaron detenida, mientras todo esto se esclarecía, pondrían más agentes a trabajar en la investigación para apurar el proceso. Durante el camino Peeters apretó la mano en la parte superior de su tabique nasal, porque era evidente que las cosas habían tomado un rumbo distinto al que creía. Quizás realizarles investigaciones a sus amigos no era tan bueno, en el apuro se cometían errores y bueno, al parecer ellos la habían cagado en grande.

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora