Quince.

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     Miró con atención el reloj sobre su muñeca, si no se iba ahora terminaría llegando tarde a clases, y no, por supuesto que no le gustaba la impuntualidad en nadie

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     Miró con atención el reloj sobre su muñeca, si no se iba ahora terminaría llegando tarde a clases, y no, por supuesto que no le gustaba la impuntualidad en nadie. Llevaba una semana en François Dupont y aunque quería pasar desapercibido en clase, no podía. Si bien no hablaba o los profesores no lo interrogaban, sentía la mirada de sus compañeros sobre él.

     El sistema era así; había cien alumnos por nivel, cada curso del último nivel tenía dos secciones de cincuenta alumnos y cada uno de esos cursos tenía distintos horarios. Cada alumno podía armarse el horario como le gustara, pero el de Adrien por alguna razón era igual al de Marinette, ¡la tenía en todas sus clases! Quizás Tom no tenía conocimiento de otro horario distinto al de su hija y había pedido que lo acomodasen igual.

     De todas formas, a estas alturas le daba lo mismo, con ella había actuado tal cual le había dicho, nadie podía sospechar que fue sirviente en su casa o que la conocía. A la hora del almuerzo se escondía en un cuarto desocupado que había descubierto para no tener que convivir con los demás, entrar en el casino significaba una lluvia de miradas que en el fondo lo hacían sentir incómodo.

     Cuando cerró el casillero vio allí apoyada a la muchacha rubia que ahora tenía un mechón teñido de rosa. Estaba con los brazos cruzados y el rostro inclinado, podía apostar que no era de su mismo nivel.

-Hola Adrien, no te he visto en estos días. ¿Cómo has estado? -el aludido podía ser grosero con ella e irse, pero esa muchacha parecía realmente amable. Sacó una libreta y escribió.

Bien, sobreviviendo a la selva escolar.

-La única vez que te vi fue ese día en el almuerzo, eres increíble, ¿lo sabías? Sería bueno que te sentaras a comer con nosotros, si es que no te desagrada la idea como al resto de los cuatrocientos alumnos en esta escuela -suspiró sin dejar de mirarlo.

    Adrien no podía entender cómo podían aislar a seis estudiantes sólo por ser diferentes al resto, quizás porque no vestían a la moda, y tenían otra visión del mundo. Lo sorprendente es que eran de buena situación económica y aún así los tenían clasificados como raros. Le mostró la hoja.

Voy a pensarlo. ¿Misma mesa de ese día?

-Genial, sí, supongo que nos vemos ahí Ceniciento -sonriendo se dio vuelta y se alejó, dejando a Agreste con un mal gesto en su rostro. Marinette no había abierto la boca, ¿o sí?

     Cuando entró al salón, se dio cuenta de que varios miraban con atención su asiento, otros trataban de ignorarlo disimuladamente pero no podían, era evidente que algo estaba pasando aquí.

     Caminó como si nada hacia su mesa y cuando vio dos arañas en la silla todo el curso se rió, excepto Marinette y Luka a quienes no les causaba gracia este tipo de cosas. Eran tarántulas, ¿en serio querían asustarlo con eso? Con una sonrisa las sostuvo y se puso a jugar con ellas mientras esperaban a la profesora de biología. Todos se quedaron mirando. ¿A qué clase de persona le gustaban las arañas?

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora