Cuarenta y dos.

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Dos días después

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Dos días después.

     Afuera hacía frío, pero él se sentía muy cómodo en la cama de su habitación. Sobre sus piernas tenía el computador portátil para hacer un chequeo habitual a sus cuentas bancarias. Miró hacia un lado al escuchar a su esposa suspirar, durmiendo podía ser realmente agradable y dulce, pero cuando estaba en su papel de jefa tenía actitud severa si las cosas no se hacían bien.

     Tom dejó un beso en su espalda para luego seguir viendo la pantalla del computador. Entrecerró los ojos al ver que algo no le cuadraba, sabía la cantidad exacta de dinero que entraba y salía, por lo que al ver el número total de dinero que poseía supo que había un serio problema.

     Antes de poder reaccionar, sonó el teléfono que descansaba sobre el mueble, su intuición no fallaba y podía apostar a que era el jefe encargado de su seguridad financiera, Piero Müller.

-Piero, soy Tom, háblame.

-Señor Dupain, por su tono de voz asumo que se ha enterado de lo que está pasando, de su cuenta bancaria han sido retirados 50 millones de dólares.

-Mierda -masculló sin sentir vergüenza. Era una cantidad grande, pero no soportaba a la gente deshonesta-. ¿Cómo es esto posible?

-No entendemos de verdad cómo han burlado las barreras de seguridad, incluso para un hacker es difícil, debe ser muy bueno -no escuchó nada que proviniese de la otra línea, salvo la respiración densa de su jefe-. Pero ya tenemos personas a cargo de la investigación.

-Me comunicaré de inmediato con el FBI, tengo muy buenos amigos que se pondrán a cargo de esto. ¡Dios, son 50 millones! Es mucho dinero, pero más que nada es la acción, ¿crees que puedan ser personas de la competencia?

-Para alguien que es dueño de muchas cosas en el área del entretenimiento, es posible -pausó un poco-. Señor Dupain, por favor comuníqueme con sus amigos federales una vez que haga contacto con ellos, juntos podremos trabajar para encontrar a los culpables, conmigo pueden ver los gráficos de cómo ha manejado su dinero en los últimos días.

     Quisieron manejar el asunto en secreto, no querían que llegase a los medios de comunicación para que los canales de prensa lo atosigaran con preguntas. ¿Quién había tenido el atrevimiento de robarle tanto dinero? ¿Acaso era envidia de lo que poseía?

     Por supuesto que estaba molesto, trataba de ser un ejemplos para los demás día a día, una persona que le inculcaba valores a su única hija. ¿Cómo los demás podían actuar así contra él?

     No quería andar de mal humor por la casa, ni tomarla contra los demás, pero era imposible no tener un rostro de molestia. Sus amigos del FBI, los agentes Peeters y Klein, ya estaban al tanto de la situación, así que esa misma tarde abrieron un archivo para empezar la investigación. Junto a Piero Müller, sumado a expertos informáticos que trabajaban dentro de la unidad de delitos de cuello blanco del FBI, tratarían de encontrar a los culpables, pero había que andar con cuidado, no sabían de quién se podía estar tratando.

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora