Cinco.

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     Tembló de forma inconsciente, sus ojos verdes la observaron de pies a cabeza sin hacer gesto alguno

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     Tembló de forma inconsciente, sus ojos verdes la observaron de pies a cabeza sin hacer gesto alguno.

-¿Estás bien, amor? ¿Tienes frío? -le susurró Luka al oído. Adrien lo miró y lo analizó. Desde el Rolex que tenía en su muñeca hasta sus zapatos. Todo era costoso y no le sorprendía que Marinette estuviese con un chico de ese tipo-. Vamos a saludar a tus padres.

-¡Cariño! -Sabine estiró los brazos para capturar al muchacho-. Te ves increíble.

-Muchas gracias -sonrió tímido Luka-. No estoy a su altura, ni a la del señor Dupain, pero se hace lo que se puede.

-Mi pichoncita, estás cada día más hermosa -dijo Tom. Marinette se mordió los labios mirando al suelo, era la niña de papá y siempre recibía adulaciones de su parte. De hecho, fue sorprendente que aceptara a Luka como su novio, porque siempre gritó a los cuatro vientos que nadie se merecía a su hija-. Bueno, yo les quería presentar a...

     Pero el nuevo empleado no estaba a su lado, ni atrás, en ninguna dirección en la que sus ojos trataban de abarcar en el salón. De inmediato comenzaron a llegar importantes figuras hacia ellos para saludarlos, era increíble lo cómoda que la ojizarca se sentía en este ambiente y la destreza que poseía para hablar sobre temas de política, economía y sociedad. Había sido educada en casa hasta los diez años con los mejores profesionales, su nivel de conocimiento era sorprendente. Podía hablar seis idiomas a la perfección; inglés, español, alemán, francés, japonés y chino. Estaba acostumbrada a fiestas como esta y a servir de intérprete a sus padres cuando no manejaban el idioma de sus invitados.

     El cóctel siguió con normalidad aunque sus ojos trataran de buscar al nuevo empleado. Lo hacía disimuladamente para no preocupar a Luka, no quería darle falsos motivos para que sospechara de ella o algo por el estilo. Pero no, incluso en eso se había sacado la lotería, Luka Couffaine no era celoso porque era bastante seguro de sí mismo, y porque quizás nunca nadie le dio motivos o no había llegado el momento preciso para serlo.

     Llegó la hora donde el servicio contratado fue colocando los platos para la cena. Mozos elegantes con peinados perfectos se acercaban para servir una copa de vino o champagne según el invitado lo deseara. Los Dupain-Cheng, Luka y sus padres, además del alcalde de Los Ángeles y su esposa, compartirían una mesa más grande que la de los demás por ser más importantes. Susurrando a un oído estaba Tom, dando instrucciones a alguien para que trajera un nuevo asiento. ¿Quién se sumaría a cenar con ellos?

     De pronto apareció al lado de un mozo él, Adrien, con la barbilla alta y la mandíbula tensa. Nadie se daba cuenta, pero por extraño que pareciera, Marinette sí lo hacía, el chico lucía como enfermo, ¿sería la razón por la que se había ausentado más de media hora?

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora