Cuarenta y tres.

466 49 44
                                    

     Nino tocaba la guitarra mientras los demás cantaban y aplaudían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     Nino tocaba la guitarra mientras los demás cantaban y aplaudían. Estaban sentados en el césped del pequeño patio que poseía la casa de Adrien, todos alrededor de un asador viejo que quemaba leña para simular lo mejor que se podía una fogata. La mayoría estaban ebrios y pasándola bien sin hacer escándalo, excepto Zoé que era la conductora designada y que, por ende, no podía beber nada de alcohol.

     Marinette descansaba el rostro en el hombro de Adrien, su cuerpo se había relajado completamente después de contarle a todos los demás que estaban comenzando una relación. Era increíble que nadie se sorprendiera del todo, decían entre sonrisas que era la clásica historia del odio al amor, quizás no les impactó porque los últimos días ambos se sonreían y saludaban en un ambiente que era todo lo contrario a la tensión.

     Fue extraño cuando todo quedó en silencio, se habían ido entre risas y gestos torpes, pero con la promesa de que pronto harían esto de nuevo en la casa de alguien más.

     El reloj marcaba la una y media de la madrugada, Marinette había avisado que llegaría cerca de las tres y, aunque la tentación de quedarse era grande, no podía aceptar, necesitaba estar en casa porque la situación era un poco delicada. 50 millones de dólares era un fortuna, incluso para su familia. ¡¿Quién mierda se había atrevido a tocar el dinero de su padre?!

     Meneó la cabeza, no podía arruinar el poco tiempo que restaba con sus pensamientos negativos y personales. Terminó de lavarse los dientes y las manos antes de encontrarse con Adrien en la sala de estar. Él no había oído sus pasos, lo que le dio la chance de poder observar su perfil con calma. Si se detenía a mirar su físico sin duda era hermoso, sus ojos se veían un poco grises con la luz tenue que había, su nariz era perfecta, tenía un rostro labrado por ángeles, pero si miraba más allá de lo que se podía palpar, podía asegurar que era igualmente bello como persona y ella era la afortunada de corresponderle.

     Estaba tan perdida mirándolo, que no se dio cuenta de que Adrien sonreía de lado tratando de adivinar sus pensamientos.

-¿Tienes sueño? -murmuró y caminó hasta él para acomodarse sobre sus piernas, era una posición cómoda.

-No -moduló-. Teniéndote aquí es difícil tener sueño.

-Ya me doy cuenta cariño -con sus dedos comenzó a acariciar el rostro de Adrien, le gustaba escuchar cuando suspiraba o le daba un complejo de felino y ronroneaba-. Adrien, me gustaría que me dijeras una cosa y que seas sincero conmigo -él asintió de inmediato, sus rostros estaban cerca el uno del otro-. ¿Por qué te gusto? ¿Qué tengo de especial?

-A veces, uno no puede explicar por qué le pasan cosas con una persona -la miraba con cariño, se daba el tiempo de fijarse en sus detalles-. Pero sí puedo decir que tu sonrisa me vuelve loco, admiro la forma en la que tu riqueza no te ahoga, el cómo me tratas y miras, no lo sé, es un conjunto complicado de cosas.

Stay || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora