Poción de nundu

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Había pasado un rato desde que todos se habían ido, Elizabeth había preparado la cena para ambos, una sopa para ambos. Los platos estaban sobre la mesa y ella los miraba debatiéndose interiormente si debía o no llevarle la comida a la habitación.

No quería volver a verlo, al menos no todavía, desde que sus amigos se habían marchado el pensamiento de que el ya estaba despierto y de que el era su Dante, la habían carcomido por dentro, no se sentía capaz de mirarlo a la cara sin sacar el tema de conversación, pero quería que fuese por él, que el la recordara, necesitaba que él lo hiciera, que la viera. Mientras que otra parte de si misma se cuestionaba si el ya lo supiera y porqué la había besado en Hogwarts, sería una conversación que debía establecer entre ellos pronto, pero no ahora.

-Señorita Grimmes, creo que una persona normal se alimenta por la boca no por los ojos - sintió que le hablaban desde la entrada de la cocina, ella rápidamente miró a su profesor que se encontraba frente a ella y alzó una ceja.

-Profesor usted no puede estar aquí...

-Grimmes, está es mi casa ¿lo recuerda? - hizo el mismo gesto que ella y la chica casi ríe.

-Lo sé señor pero me refiero a la cocina, usted debería estar en reposo, debería estar en la cama - cruzó ambos brazos mientras seguía observándolo con la misma mirada.

-Creo que esta enterada de que mi juicio será dentro de dos días - la muchacha asintió - creo entonces que entenderá por que estoy de pie ¿o espera que llegue arrastrandome por los pasillos del ministerio por no haber camino antes?

-No, señor - el mago hizo un gesto con la cabeza y a duras penas se sentó en la mesa, donde estaba la comida- es para usted - apuntó un plato de sopa, la que el hombre tomó entre sus manos y la acercó a su lugar.

Ambos comenzaron a comer en silencio, Severus no dejaba de pensar en Beatriz y Elizabeth daba pequeñas miradas a Snape.

-Tengo una poción que podría ayudarle señor - soltó en medio del silencio.

-mm... - la observo interrogante.

-Fue una creación mía... no sé si sea buena pero... - Snape la detuvo.

-Señorita Elizabeth, creo y me han mencionado que soy el mejor pocionista en este país, dígame entonces ¿no cree que yo sea el adecuado para juzgar ese tipo de creaciones? - levantó una ceja interrogativo.

-Es verdad

-Ademas la creación de pociones requiere de inteligencia y usted no se parece en nada al señor Longbottom

-Tendra que juzgarlo usted - sacó su varita - accio poción de nundu - Snape quedó entre confundido y alarmado al escuchar el nombre de la poción.

-Señorita esa poción no es segura - fue lo primero que argumentó.

-Señor, confie en mi - le dedicó una sonrisa y le entregó la poción que ya había llegado a su mano - fue muy difícil pero no imposible quitarle el olor a la baba pero lo hice.

-¿Baba? - la miró interrogativo, por primera vez no sabía algo sobre pociones.

-Asi es señor, todos sabemos que el aliento de nundu puede llegar a ser letal para algunas personas, causa enfermedades y puede contagiar a todo un pueblo pero la baba de nundu es algo muy diferente si sabes quitarle el olor - Snape la escuchaba interesado - es muy difícil hacerlo aunque creo que usted podría sin ningún problema, bueno, bueno, la baba de nundu no es como su aliento, esta es curativa y contrarresta las enfermedades y sus síntomas, es revitalizante.

-Señorita Grimmes estoy realmente sorprendido - le dedicó una pequeña sonrisa y destapó la poción para olerla, ella lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja, realmente feliz de que el la felicitara - huele bien y a espino - puso un dedo en la boquilla y derramó un poco para luego llevarla a la boca - tiene un buen sabor no como la mayoría de pociones ¿de verdad cree que una poción de buen saber sea fructi... - entonces Snape comenzó a sentir algo en su cuerpo, algo extraño y de la nada, ya se sentía mucho mejor, el dolor de su cuello había bajado un poco y su cuerpo le respondía aún más - no tengo nada que decir señorita Grimmes, solo que es demasiada poción, deberá conservarla en un frasco más pequeño, mucha puede llegar a ser peligrosa, apenas la e probado y ya me siento mejor, creo que es una buenísima poción - le regresó el frasco pero antes tomo un sorbo más.

-Muchas gracias señor.

-Es una buena pocionista, debería ser mi ayudante en Hogwarts si me libro de Azkaban - se levantó de su silla para dejar el plato en el fregadero, ella lo siguió por atrás, el estaba mirando hacia abajo y casi sostenido en la mesa de la cocina, ella se le acercó y puso una mano sobre la de él, que no se inmutó ni la corrió.

-Usted no irá a Azkaban señor - el mago la miró a los ojos - usted es un buen hombre, ni Harry ni Hermione ni aunque no lo crea, Ron, dejarán que se lo lleven a Azkaban y yo - miró hacia abajo y luego a el quien seguía mirándola - yo tampoco dejaré que se lo lleven, lo raptare si es necesario - le dio una pequeña sonrisa a lo que el respondió demostrando otra y acercándo su mano a su mentón, para atraerla.

Ambos se comenzaban a acercar, casi rozaban sus labios cuando en la mente de Snape apareció aquella figura, la chica del baile y corrió el rostro antes de que pudiera llegar a besarla.

-Lo siento - susurró en su oído - de verdad lo siento señorita Grimmes - se alejó de ella y caminó rápidamente con su porte característico, fuera de la habitación.

Ella llevó su mano a donde el la había puesto hace pocos segundos y cerró los ojos para tranquilizarse y respirar.

-Dante... - susurró tocándose luego los labios.

Segundos después, estaba más tranquila y caminó hasta la habitación de Snape, el estaba en la cama recostado mirando hacia un lugar fijo en el techo.

-Crei que se habría ido - cuestionó el hombre, sin dejar de mirar aquel punto fijo.

-No señor, se que fue una equivocación - hizo una sonrisa falsa - quizás solo fue la poción.

-Si... la poción - Elizabeth se acercó a la silla que aún estaba en la habitación.

Ambos estaban en silencio, duraron algunos minutos así hasta que Snape habló de nuevo.

-Gracias - soltó.

-¿Por que señor?

-Por cuidar de mí todos estos días, debió ser difícil

-En realidad, es más fácil cuidar de usted cuando está dormido - bromeó.

-En realidad no se porque estoy aquí - volvió a hablar después de minutos en que ella había soltado su broma.

-¿Por que lo dice?

-Pues porque yo tendría que haber muerto Grimmes, usted lo sabe.

-Quizas había alguien que lo necesitaba en ese momento.

-No creo que alguien sea tan iluso para seguirme soportando

-Conozco a alguien que lo es - el hombre la miró y luego volvió a mirar hacia el techo.

-No sé quién lo hizo pero se lo agradezco. Cuando estuve inconsciente tuve un sueño, habían dos personas importantes para mí, ambas me mostraron lo que debía hacer y debo cumplir con esta última misión - Elizabeth lo escuchaba interrogativo - ambas son personas que e amado alguna vez y debo seguir el camino que me mostraron, señorita Grimmes lo siento no debería de contarle esto - puso una mano sobre su rostro.

-Puede hacerlo señor, puede confiar en mí - ánimo la muchacha.

-El problema es que no creo que deba decírselo - se sentó sobre la cama mirando hacia ella - Elizabeth lo que pasó en Hogwarts, no debe repetirse - ella bajo la mirada y el tomo sus manos - amo a otra mujer, lo siento mucho - ahora fue el quien bajo su mirada.

-¿Beatriz? - ella lo miró de frente mientras el seguía con la cabeza baja pero cuando escuchó aquel nombre el la observó sorprendido.

-¿Como...

-Yo... - ella le soltó las manos y se levantó de donde estaba - yo...

Una Grindelwald en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora