Una Grindelwald en Hogwarts

La verdad detras de quien eres...

No sabía cómo había pasado tan rápido, tan aprisa el tiempo pero ya había pasado un mes desde aquel baile y el no había tenido el valor de ir a hablarle. Lo mataba el tiempo, se encontraba desesperado por hablar con ella así que sin más remedio y al fin decidido se encaminó hasta donde sabía estaba su casa.

Tocó tres veces y esperó, de pronto un hombre de edad algo mayor le miró desde adentro.

-Buenas tardes, busco a la señorita Grindelwald- el hombre sonrió.

-Usted debe ser el profesor Snape, es tal cual lo describió Elizabeth- le estiró la mano en saludo- soy Reginal Grindelwald, su padre- Severus se sintió un poco inquito por estar delante de aquel hombre, pero aceptó su apretón mostrando total indiferencia.

-Creí que habían...

-El profesor Dumbledore, todos sabemos que es un gran mago- seguía sonriendo.

-Por supuesto, vengo a ver a la señorita Grindelwald.

-Ella está trabajando, creí que todos lo sabían, trabaja en Hogwarts ahora, es asistente del profesor Slughorn.

-No lo sabía, le agradezco- Severus hizo una asentimiento de cabeza y se retiró hacia Hogwarts, esta vez no se arrepentiría tan fácilmente.

No supo nada del mundo durante un mes, todo ese tiempo había estado encerrado en su hogar, no contestaba lechuzas, no dejaba que nadie entrara ni a Dumbledore le había dejado el paso, por supuesto que no sabría sobre Elizabeth y su nuevo empleo.

Se desapareció para llegar a Hogwarts, lo bueno era que aun era bien recibido en el colegio así que entró y caminó hasta la entrada del castillo, luego se dirigió hasta la oficina de Dumbledore para dar aviso de su visita en el colegio.

No había tenido complicación alguna, Dumbledore le había admitido y hasta le había indicado donde podía encontrar a Elizabeth así que partió en su búsqueda conociendo bastante bien los pasillos de la escuela. Se encontraba nervioso por volver a verla después de todo ese tiempo, parecía un chiquillo lleno de hormonas, de aquellos que alguna vez aborrecía y quitó puntos por sus impertinencias.

Al llegar serca de la habitación donde Dumbledore había mencionado que podía encontrarla, pudo verla charlando con un chico de una edad parecida a la de Elizabeth. Con algo dentro de él, algo parecido al miedo, al verlos tan felices juntos, comenzó a observarlos, ambos charlaban muy entretenidos, la pregunta de su ya lo había olvidado instó en en cabeza, necesitaba ver si era alguien importante para ella aunque podía notar que ella ya luego de unos minutos de entretencion quería marcharse y eso lo alivió bastante, la conocía bien y sabía que quería salir de esa charla. Entonces de pronto pudo ver como el chico la retenía contra un muro y ella intentaba soltarse mientras que el chico trataba de besarla en contra de su voluntad. En ese momento su ira creció de pronto y se aproximó hasta ambos tomando al niñato por el cuello y poniéndolo contra el muro de enfrente ahogandolo por su agarre.

-¿Que diablos?- habló antes de ver la cara furiosa de Snape, entonces se asustó, quedando petrificado con la presencia del pocionista que lo agarraba  queriendo matarlo.

-No te vuelvas a acercar a ella o juro que te mataré- Elizabeth solo vió la espalda de Snape y su reacción hasta que despertó de su letargo dándose cuenta de que no quería soltarlo.

-Snape detente- tomó su hombro, el siguió en la misma posición- Snape, es demasiado- aún no reaccionaba- Severus- al escuchar su nombre viniendo de ella pudo relajarse un poco más, lo soltó y volteó a verla, tocó su rostro para ver si estaba bien.

-Oh asi que ahora la mosca muerta le dice Severus a un mortifago asqueroso, había de suponerlo, de seguro te acuestas con ella, despues de todo es una perra todas las mujeres son iguales aunque esta sabe leer pero es el doble de estupida- entonces Snape se enojó en serio y volteó solo para romperle la boca de un golpe que lo hizo caer al suelo.