Una buena mañana...

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Elizabeth despertó la mañana siguiente desnuda en su cama.
Sintió un peso sobre su abdomen y al observar hacia abajo pudo ver sus piernas entrelazadas y un brazo al rededor de su cintura. Se dio vuelta tratando de no despertarlo y sin notar que con el mínimo movimiento de su cabeza el ya lo había echo, se movió para colocar su cabeza apoyada en su hombro y uno de sus brazos al rededor de su pecho.
Recorrió su abdomen con la mano para comprobar que todo había sido real mientras lo observaba y sonreía ante el echo de tenerlo ahí, así.

Luego de dejar un beso en su pecho, suspiró y cerró los ojos recordando los acontecimientos de la noche anterior. El dolor, alivio y amor llenaron su corazón. El dolor por el miedo de casi haber vuelto a perder a Severus, alivio porque ya no quedaban secretos que se interpusieran entre ellos y amor por la noche pasional que ambos habían tenido.

Miró por unos segundos hacia el techo de la habitación pensando en los acontecimientos anteriores hasta que sintió que su compañero al fin se movía.

-Buenos días cariño- Severus le dio un pequeño beso en la mejilla abriendo los ojos.

-Buen día señor Snape- ella volvió a la posición anterior con las piernas entrelazadas y estando en su pecho le dio un beso en los labios.

-¿Señor Snape?- Elizabeth rió ante la pregunta.

-Aja, te extrañe- le acarició el pecho.

-Y yo a ti, muchísimo ¿dormiste bien?

-Lo hice ¿tu?

-Si hubiera sabido lo bien que era dormir a tu lado te hubiera contado sobre mi pasado hace mucho tiempo- jugó volviéndola a besar.

-Debo ir a darme un baño, tranquilízate- hizo una mirada coqueta e intento levantarse de no ser por que Severus le dio vuelta para que no se fuera dejándola bajo su cuerpo.

-¿Y que tal si antes de que te vallas repetimos lo de anoche?- miró pícaro a la chica antes de someterla a un beso lento y exquisito para ambos.

-Será después del baño- respondió separándose. Esta vez Snape la dejó salir de la cama.

Elizabeth había olvidado que estaba desnuda y al levantarse y darse cuenta, intento taparse su intimidad, el pocionista ante aquel acto saltó de la cama para estar frente a ella y sonreír intentando propagar confianza.

-Amor mío- Elizabeth sintió algo en el pecho, entre felicidad, ganas de gritar y un nudo de pura alegría al escucharlo llamarla así- creo que no será problema ver algo que ya e visto antes, no te avergüences de como eres, te amo muchísimo y eres una verdadera obra de arte, eres preciosa, no tapes tu intimidad porque entre nosotros puedes ser libre de mostrarla y te amaré de cualquier manera- ella quitó sus manos de donde las tenía para colocarlas en su rostro, acercarlo a ella y besarlo fuertemente.

-¿Y decías que no me mereces?- preguntó mirándo sus ojos mientras acariciaba su mejilla.

-Aun lo pienso.

-Y yo aun creo no merecerte a ti- partió a la regadera no sin dejarle un casto beso.

Al salir Severus la esperaba con la ropa interior puesta para luego seguir el con la regadera, pero grande fue la sorpresa del hombre cuando la vió salir con solo una camiseta tallada al cuerpo.

-Me gusta tu ropa- le halagó con la mirada fija en su aterciopelado cuerpo y dejando sus contorneadas piernas a la vista del hechicero.

-Y a mi la tuya. Estas tremendamente informal esta mañana, profesor- bromeó mientras el le dirigía una mirada ardiente.

-Señorita Grindelwald, tiene suerte de que haya decidido ponerme algo en cima- al ver como se ruborizaba, se echó a reír y desapareció en el baño.

Ella decidió llamar a su elfo doméstico y así no tener que partir al gran comedor a desayunar, así que espero a Severus en el sofá de la salita junto a dos cafés, donde minutos después ambos se sentaron a desayunar. Elizabeth en la punta del sofá mirando hacia un lado para verlo de frente y el con el cejo fruncido se había sentado en el otro extremo. Hasta que decidió hablar.

-Estas muy lejos- soltó, dándole una palmadita a su lado.

Elizabeth sonrió y se acercó a él, dejando que la guiara, hasta quedar cómodamente sentada a su lado, casi recostandose en su pecho. Severus paso una mano por bajo su cabeza y ella se sintió libre de estirar sus piernas sobre el sofá.

-¿Y cómo se encuentra la señorita Grindelwald esta mañana?

-Cansada la verdad- respondió con un suspiro- pero feliz- Severus sonrió mientras ella lo miraba.

-Tambien estoy feliz y muy aliviado- cerrando los ojos echó la cabeza hacia el reposabrazos del sofá y al igual que ella estiro sus piernas- Estaba seguro de que te perdería.

-¿Por qué?

-Elizabeth, si alguien hiciera un análisis de costes y beneficios de mí, llegaría a la conclusión de que soy una inversión de alto riego, alto coste y escasos beneficios.

-Tonterias, yo no te veo así- el sonrió débilmente.

-Solo porque eres un ángel. Debo admitir que todavía no conoces todos mis talentos- con la voz más ronca de lo normal y los ojos negros y brillantes, añadió- aunque ardo de deseos de ponerlos a tu disposición una y otra vez, otra vez. Hasta que estés felizmente saciada- Elizabeth trago saliva nerviosa.

El le besó la frente y dejó ambos cafés en la mesa de centro para poder abrazarla completamente.

-Gracias por dejar quedarme.

-Te quiero Severus. Vas a tener que aceptar que no te dejaré ir a ninguna parte- el la abrazó fuerte y guardo silencio- y no tienes que conquistarme sexualmente- le susurró sensuelamente en el oído- ya me has conquistado. Lo que quiero es tu corazón, después otras partes de tu cuerpo. Tu corazón hizo que me enamorara de ti.

-No sabes Elizabeth Grindelwald, cuanto adoro escuchar eso, me desarmas, no puedo ocultarte nada. Eres la única persona que me sigue queriendo a pesar de todos mis defectos. Solo tu, tu mi amor- volvió a besarla.

-Creo que Lily estaría muy orgullosa de ti- el frunció el cejo.

-Yo no estoy tan seguro de eso- aun faltaba un poco de tiempo para que Severus pudiera creer en si mismo, Elizabeth lo sabía y entendía asi que decidió cambiar el tema. Ella lo rodeó con los brazos y apretó con fuerza.

-Fue una noche llena de emociones. Me gustó estar a tu lado y dormirme entre tus brazos- le dio un pequeño beso en los labios.

-Fue la mejor en toda mi vida, podríamos repetirla alguna vez, por el momento solo quiero pedirte una cosa...- Severus se enderezó en el sofá bajando la vista hacia el suelo, se sentía un poco nervioso por la pregunta que haría ahora y que nunca había formulado antes.

-Dime cariño ¿que sucede?- ella lo miró poniendo una mano en su mejilla tratando de darle consuelo.

-Quisiera saber si ¿quieres salir conmigo? Ya sabes, me gustaría volver a repetir lo de ayer pero me encantaría que fuera de una manera un poco más... segura y no por los sentimientos del momento y la desesperación de estar juntos, te quiero Elizabeth pero quiero que veas que esto es en serio, salgamos, ya no eres una niña ni yo soy tu profesor, quiero hacer esto bien y quiero tenerte solo para mi, quiero que seas mi mujer aunque se que es pronto, quiero que salgamos, no lo sé a dar un paseo o a cenar o de viaje, no lo sé.

-Severus, te conozco no creo que sea necesario estar separados una vez más quiero pasar mis noches contigo y despertar entre tus brazos, te amo no quiero salir contigo, quiero que estemos juntos- Severus sonrió y tomó su rostro entre sus manos.

-Me encantaría- la besó con fuerza y luego de unos segundos ambos comenzaron a recostarse en el sofá acariciándose.

El apretaba su cintura con fuerza casi intentando creer que estaba ahí, la necesitaba tanto al igual que ella a él, quería volver a tomarla como lo había echo la noche anterior y lo haría, estaba desesperado, comenzaba a quitar su camiseta y ella desabotonaba su camisa.

-Severus... tengo que...- su subconsciente sabía que tenía trabajo que hacer pero su corazón y cuerpo necesitaban de Severus.

-No te dejaré ir cariño- el comenzaba a besarle el cuello y tomaba las manos de la chica sobre su cabeza entrelazando sus manos.

Una Grindelwald en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora