Las tres escobas...

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Habían pasado tres días desde la clase con Snape, no volvieron a hablar sobre el tema que les perturbó la mente a ambos esa noche. Solo practicaban, ella cumplía con su castigo, cenaban y el la acompañaba hasta su sala común, nada más, todo casi en silencio, de no ser por la clase que les esperaba en ese momento.

Ella llegó como siempre y tomo posición, él la esperaba sin su levita y preparado.

-¿Lista?- ella asintió y comenzaron a arrojar hechizos.

Por hora y media estuvieron luchando, hasta que Snape soltó un hechizo que cambiaría mucho su vista hacia la muchacha.

-Serpensortia- lanzó a los pies de la chica y apareció una serpiente que se le acercó amenanazante.

La chica no se lo esperó y del miedo soltó la varita y retrocedió.

La serpiente siseaba, Snape le dio unos minutos para que la muchacha se las arreglara sola pero de pronto el se quedó sorprendido.

-No te me acerquessss- dijo en parsel la chica.

Snape retrocedió unos pasos entre asustado, preocupado, asombrado, entre otras cosas que sentía en ese momento. Como era posible que ella hablara parsel.

-Alejaaaateee- volvió a hablar en aquel dialecto y la serpiente lo hizo lentamente, ella tomó su varita y esta vez conjuro con normalidad- vipera evanesca- la serpiente desapareció.

Quedó unos segundos mirando hacia la nada a donde había desaparecido la serpiente y luego con lagrimas por salir de sus ojos, miró al prfesor Snape, quien aun se veia un poco mas palido de normal, al notarlo, salió de ahí lo mas pronto posible, corriendo.

Snape la miró irse, pero debía saber como, quizas Voldemort la había poseído y por eso hablaba parsel, se sentia nervioso, angustiado, tenía que protegerla y esa idea sobre posesión no era exactamente estar cuidando de ella. Salió tras la chica lo mas rapido posible, con paso rapido, debía estar en su cuarto, la sala común. Camino hasta ahí, dijo la contraseña y entró, muchos vieron al profesor llendo al cuarto de la alumna pero poco le importaban las habladurias de sus estudiantes, necesitaba hablar con ella, tenía que verla.

Tocó la puerta y nada, la chica no parecía querer abrir, pero el sabía que estaba ahí adentro, podía sentir los hechizos que ella había puesto para que no pudieran escucharla, los eliminó con un movimiento de varita y volvió a tocar.

Ella estaba en su cuarto, lloraba por que él había descubierto su secreto, ahora todos lo sabrían y pensarían que ella era una enviada del señor tenebroso o peor, sus amigos dejarían de hablarle por eso. Perdería todo lo que había formado en la escuela, la expulsarian y Dumbledore no volvería a confiar en ella por no decirselo, no sabía que hacer. De pronto escuchó la puerta, sus hechizos habían sido eliminados, nadie era tan fuerte, asi que abrió la puerta para ver quien era.

El profesor se encontraba con mirada preocupada frente a ella.

-Señorita Grimmes, usted... ¿como?- le invitó a pasar.

El notó que sus ojos estaban un poco enrojecidos, Voldemort no estaría llorando, se dijo ¿entonces como? Pediría, no, exigiría que le dijera.

-Sientese por favor- la chica indicó una silla que se encontraba en el lugar y ella se sento en su cama.

-Gracias ¿podría explicarme?- esta vez el hombre habló un poco mas sereno.

-Soy decediente de Herpo el loco- soltó, eso el hombre ya lo sabía- e hablado parsel desde que tengo memoria, se que en estos tiempos es peligroso hacerlo pero a veces no puedo controlarlo.

Una Grindelwald en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora