32 • El hábitat de un hombre

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Dave

—Imaginaba alguna que otra camisa, máximo un par de zapatos —comento, asombrado.

—¡Pero no creíamos que comprarían todo el jodido centro comercial! —exclama Cooper a mi lado viendo cómo las chicas dejan las bolsas de sus compras en el suelo de mi sala.

Estoy totalmente impactado de las compras que hicieron estas mujeres.

—Así somos las chicas, Parker —responde Amapola dejando una última bolsa, observa a su alrededor—. Linda casa, Dave, para ser el hábitat de un hombre está sorprendentemente limpio.

—¿Gracias?

—No le hagas caso —me dice Mónica, ella, en cambio a nuestras amigas, no tenía tantas bolsas de compras en manos.

—¿Por qué las mujeres tienen tanta ropa? —pregunta curioso Cooper, echando pequeñas ojeadas a las compras de las chicas.

—¿Por qué los chicos tienen tantos videojuegos? —contraataca Amapola.

—Porque son divertidos, porque puedes aprender de ellos, y... y... por muchas otras razones que ahora no recuerdo bien.

Sal se ríe y Amapola solo rueda los ojos.

—¿Qué compraron? —pregunté.

—¿En serio quieres saber? —encogí los hombros por la pregunta de Mónica—. Bueno, ellas compraron ropa, maquillaje, creo que un par de zapatos, no lo sé. Y yo compré papelería para mí y unas botas.

Me fijo en las bolsas de papel que había dejado sobre la mesita de centro de la sala, había muchos materiales para dibujos y manualidades. Sí, eso sí es una compra muy a su estilo.

—Tú también compraste algo de ropa, Moni —le recuerda Amapola.

—No, me compraste ropa, Amapola, yo solo compré mis botas y mis materiales.

Río cuando entran en una discusión por el tema de que si compró o no compró. Y yo creyendo que Sal, Cooper y yo teníamos discusiones absurdas.

—¿Y tú, Saly? —le pregunta Cooper.

Ella nos sonríe sacando algunas prendas de las bolsas que le pertenecían.

—No mentiré, sí compré mucha ropa, incluso un lindo vestido —la sonrisa que nos da delata lo bien que lo pasó hoy con las chicas—. Hace mucho no iba de compras.

—¿Pero qué dices? Si fuimos de compras hace como una semana.

Sal rueda los ojos.

—A comprar cosas que necesitábamos para la universidad, Coop, necesitaba esto: una tarde de chicas.

—¡La repetimos cuando quieras! —exclama Amapola desde la cocina, dónde bebía un vaso de agua con Mónica.

Si se tratase de otra persona, quizá estuviera un poco cuidadoso. No me iba mucho esa de la confianza de las personas de que se anden por mi casa como si fuera la suya, pero es Mónica con Amapola, la primera a estado aquí en varias ocasiones que no me resultaba raro que se anduviera por aquí con confianza. De hecho, me agradaba porque los primeros días sí se andaba con cuidado.

—Entonces, ¿Cine? —vuelven Amapola y Mónica de la cocina, ella le entrega un vaso de agua a Sal que le agradece.

—Estamos esperando a dos personas más —tras decirlo, el timbre suena y hay peculiar toque en la puerta que tres de nosotros reconocimos—. Y ya han llegado.

Abrí la puerta para encontrarme con mis hermanos, ambos sonriéndome. Asia se había recuperado bastante bien de la anemia, su tono de piel natural había vuelto, los mareos y desmayos habían desaparecido casi en su totalidad, aún sigue siendo un poco renuente a comer pero mis padres siempre tratan de animarla. Debía de ser estresante para ellos tener a una adolescente sensible a la comida y que vive quejándose de ello.

Un Amor ¿De Verdad O Mentira? (Verdades o Mentiras #1)  ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora