Extra II • Querías que fuéramos fuertes, pero sobretodo, felices

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Mónica

Tomo una profunda respiración, el oxígeno puro llegando a mis pulmones. Veo el panorama a mi alrededor. El agua del lago se tiñe de un color naranja y las farolas de luces blancas poco a poco se iban encendiendo, los patos en el lago se agrupan para ir a la isla.

Hace años no hacía esto a esta precisa hora.

—¿Lista? —me pregunta Dave, pasando su brazo alrededor de mi cintura.

Aunque antes de que pudiera darle una respuesta afirmativa, una infantil voz se me adelantó:

—¡Pinic, pinic, pinic! —exclama, haciéndonos reír.

—Ya él lo dijo, al piquiniqui.

Dave sonríe y deja un casto beso sobre la coronilla de mis labios y me tiende la canasta dónde teníamos nuestros bocadillos para este picnic al atardecer.

Pasó su mirada a la pequeña persona junto a nosotros, que nos ve con su desesperada emoción.

—¿A pie o en brazos?

—A pie, a pie —es su respuesta y veo como Dave hace ese tierno puchero suyo de decepción.

Sé que él esperaba una respuesta diferente de su parte, pero hay que aceptar que ya está creciendo.

—Vale, andando.

—¡Siiiii! —alza sus brazos al aire con su alegría infantil y encabeza la caminata al canto de «¡Pinic, pinic, pinic!»

Dave y yo nos vemos antes de echarnos a reír y seguir a nuestro pequeño y entusiasta hijo.

Seis años, a veces no me creo que Drew ya tiene la tierna edad de los seis. Se sentía como ayer cuando apenas nos enterabamos de su existencia, cuando sentí su primera patadita, cuando llegó al mundo. Son cosas que ya pasaron hace seis años y me cuesta creer lo rápido que pasan las momentos, lo mucho que corre el tiempo.

Extraño esas noches donde era apenas un pequeño bebé, dónde su pequeña manito me tomaba el dedo y dónde nos sonreía sin dientes. Lo extraño mucho, pero no significa que no ame esta etapa de los seis.

Es increíble que mi hijo ya tenga seis años, esta edad a sido muy divertida para mí y para Dave. Drew descubre muchas cosas, es muy curioso, también he notado que tiene cierto gusto por los postres. Siempre que horneo pide ser mi asistente y al final, termina hecho un desastre de harina.

Un tierno desastre de harina de ojos azules.

—¡Papi, Nani, aquí hay un buen lugar! —nos avisa solo un poco más alejado de nosotros.

Y sí, aún me llamaba «Nani», hay ocasiones dónde sí me dice «mami» pero son demasiado escasas. Igual prefería ser «Nani» es su forma original de llamarme mamá.

Llegamos con él y empezamos a armar nuestro picnic bajo las luces del atardecer. Drew nos ayudó a sacar todo de la canasta, pero en cuando le pedimos ayuda para acomodar un poco, solo nos ignoró observando a su alrededor.

También he notado que vive mucho en la luna.

—Hey, Drew —lo llamo en cuanto todo está acomodado, pero él solo sigue viendo asombrado los tonos de colores del cielo—. Dreeeew.

Fue al darle un toque en el hombro que reaccionó y se sentó cruzando las piernas. Su espeso cabello negro está desordenado. Lograr que ese cabello pueda estar arreglado es casi imposible.

Me observa con sus ojos azules verdosos, iguales a los míos, puedo ver la pregunta en su mirada.

—Sí, cielo, toma un muffin.

Un Amor ¿De Verdad O Mentira? (Verdades o Mentiras #1)  ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora