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Tuvimos suerte de que no nevara en el transcurso del día, y según Sariel y su experiencia viviendo en el norte, no nevará pronto. Adoro el frío, es un clima de lo más práctico, a pesar que me cobra los días de menstruación con cólicos que me hacen querer sacarme el útero. 

Sariel me estaba esperando en la puerta del palacio como le había pedido, nos subimos al carro. Este tenía llantas más toscas y grandes, con ranuras que se enterraban en la nieve. Nos llevó con precaución y lentitud, dijo que las calles podían estar congeladas y eso podría matarnos. Tan tranquilizador como siempre. 

Dejamos el auto unas calles arriba de la plaza central, y después caminamos por las calles, había tabernas con melovvy caliente y sopas humeantes invitándome a entrar en calor, a quitarme lo tieso de las mejillas por el frío. 

Nos detenemos en una calle que se abre de manera angular, miro a la calle de la derecha, está oscura a excepción por unos cuantos negocios cerrando o trabajando hasta tarde. Miro a la de la izquierda, hay un solo edificio de dos pisos que resalta entre todas las casas. Sariel me señala la derecha. 

-Tres calles adentro está el periódico - me dice -. Yo iré por el de acá. 

Asiento y empiezo a mover mis brazos por debajo del abrigo, las bolsitas de telas se desprenden de mi espalda y caen al suelo, Sariel se agacha a recogerlas y me da una. Adentro hay aceite y un polvo especial que Sariel compro en el transcurso del día, dicho polvo se encargará de que todo arda más rápido y más caliente. 

Estiro el cuello y doy un paso pero Sariel me detiene tomándome del brazo. 

-Es territorio de las Arañas - me dice -, ten cuidado. 

-Siempre tengo cuidado - ladea la cabeza, suspiro -. ¿Quieres hacer una apuesta? - su ceja se eleva en interés -. Encontrémonos aquí de nuevo, quién llegue al último deberá comprarle al otro un melovvy diario por dos semanas. 

La mano de Sariel baja por mi brazo y se detiene en mi mano, la comisura de su labio se estira. 

-Hecho - dice -. Espero hayas traído suficiente dinero. 

-Es a la cuenta de Marley - se ríe.

Caminamos juntos hasta la punta de la calle, Sariel me guiña el ojo antes de irse por la calle a la izquierda. Niego con la cabeza y empiezo a caminar, cuento las calles conforme voy avanzando. 

Una calle, hay casas, se escucha una voz tatareando a los lejos y hay unos niños lanzándose a la nieve una calle adentro a la derecha. 

Dos calles, un hombre me saluda mientas sus pies se entierran en la nieve cerca a la puerta de la casa a la que quiere llegar.

Tres calles, me detengo en la esquina y observo a mi alrededor. Mi mamá solo nos enseñó a hablar galino de niñas, aprender a leerlo y escribirlo es otra historia. Solo fuimos capaces de eso cuando mi mamá se casó con Steven y el hombre contrató a un profesor que nos enseñara lo que nos faltaba de galino. Ahí fue cuando me enamoré de los idiomas y busqué cualquier forma de aprenderlos. 

Simplemente era hermoso.

Cruzo al calle al leer el cartel del periódico y sigo caminando, está localizado en una esquina, dejando dos paredes expuestas al exterior. La única luz que me deja observar con atención es la de la calle, ladeo la cabeza y paso mis ojos por cada ranura o ventana, sonrío. Hay una ventana ligeramente abierta en el segundo piso. 

Miro la casa al lado del periódico, las ventanas están protegidas por barrotes. Empiezo a subir, apoyando los pies en el metal hasta quedar lo suficientemente cerca para saltar a la saliente entre los dos pisos del periódico, por el estado de la pintura la segunda planta fue construida después. Tomo impulso y salto, hago fuerza en el abdomen y las piernas para que no se estrellen contra la pared. 

Despair (ReinerBraunxLectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora