Capítulo 8

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Después de ese día supe lo que tenía que hacer, si a mis quince años tuve claro que no vendería mi cuerpo, hoy a mis veinticinco menos. Luego del dolor de saber de lo que era capaz mi hermano, vino el enojo y con él, la resolución de no dejarme usar. Una parte de mí, aquella más rebelde que se negaba a aceptar su mísero destino, insistía en que aún podía rescatar mi dignidad.

—No me voy a casar con usted —insisto mirándolo enojada—no estoy en venta, usted puede hacerse cargo a sus hijos sin tener que casarme. Le prometí a la señora Julia que viviríamos juntas.

—Des, —me habla en voz baja y hasta cansada — linda yo me encargo de la Sra. Julia, pero entiende que no puedes vivir sola. No te estoy pidiendo casarnos Des, solo... —calla y junta sus manos llevándola a su boca mirándome un instante —estaré durante el embarazo, ya te dije donde vivirás, no te faltará nada, al final diremos no resultó.

Saldría del hospital y sería llevada al penhouse ubicado en el último piso de la compañía. Era del antiguo dueño y fue construido con el único objetivo de tener un lugar en el que aislarse a meditar, porque su lugar de residencia era la mansión en la que hoy vivía su nieto con su familia. Yo tenía una idea del uso que se le daba, imaginaba a ese sitio lleno de mujeres exuberantes y en diminutos bikinis modelar para el dueño. No dudo que los siguientes Frederick lo usaran para lo mismo y ello me hacía sentir pena por sus esposas.

Mostró a través de su móvil el lugar, al mejor estilo de un agente de bienes raíces. Ubicada en el ático de Ind. Frederick el penhouse ocupaba todo el piso entero, cuenta con un ascensor privado se llegaba a él directamente desde el sótano de la empresa. Contaba con, tres chimeneas, terraza al aire libre, piscina, bar, estudio, dos elegantes mesas de pool, espacios amplios y confortables, grandes ventanas y hasta piscina. En definitiva, ese apartamento es sinónimo de vida privilegiada, de lujo y elegancia, yo no encajaría allí lo supe una vez lo vi.

Su objetivo no era otro más que emocionarme con su lujo, pero obtuvo el resultado distinto, yo estaba aterrada ¿Cómo viviría en una casa en el aire? En caso de sismo ¿A dónde correría? Mi Cuerpo quedaría aplastado entre los cimientos de ese monstruo de acabados finos o atravesado por uno de los vidrios de esos ventanales.

—Frederick llamando a Des ... —habla y parpadeo muchas veces para verlo preocupado. —Estoy en apuros y eres mi salvación.

—¿Y la Sra. Ju....?

—Buscaremos a la Sra. Julia —me interrumpe exasperado y moviendo las manos de un lado a otro —la pondré a vivir donde desees, en algodón, en las nubes, donde desees solo... ¡Ponte este maldito anillo! —me alarga la figura plateada con la piedra iluminada por a luz, alzó el mentón cruzándome de brazos molesta.

—¡Pídalo como se debe!

—¡No me voy a arrodillar! —expresa indignado levantándose de la cama como si le hubiera arrojado agua hirviendo. —solo deseo que lo uses y así calmar a mis padres, a mí tampoco me agrada casarme con una desconocida Des.

—Pero tener sexo con una no figuró un problema para usted — suelta una maldición molesta —su doble moral me enferma, —continuo —deme eso. —exijo estirando mi mano, deja en ella de mala manera el reluciente aro y niego.

Midiéndome el anillo pienso en que nunca me vi casada de esta manera. Sí, soñaba con ello, pero eran fantasías de niña, tener un anillo de diamantes, un cuarto lleno de zapatos y ropa a montón, comida en la mesa y una despensa llena ¿Quién no piensa en eso en la escasez? Aún más cuando eres niño. Sonrió de manera estúpida la realidad me golpeo a los quince, cuando la vida real me mostró su verdadero rostro mucho más cruel.

Ingreso el aro planeado en mi dedo y descubro baila en él, alzo la mano moviéndola solo para ver como resplandece la piedra en mi dedo a contra luz. Ante el escrutinio del Sr. Frederick con una mirada que me es difícil descifrar.

Un Frederick en ApurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora