Des
El momento mágico se vino abajo cuando por seguridad, tuvimos que abandonar el lugar. No hizo comentarios al respecto y el viaje a casa fue en medio de un cómodo silencio y mostró su lado bromista al decir"—Jedrek nos mandó a dormir, al mejor estilo de Fiorella D'angelo cuando tenía diez años".
Sonreí ante esa situación, imaginando a un Gregory pequeño con su clon siendo traviesos. Era certero cuando aseguraba que no conocíamos mucho del otro, también al señalar era mejor llevarnos bien, si todo marchaba según queríamos estábamos unidos de por vida.
Casados o no...
Una vez en casa y tras dar las buenas noches y asegurarse que estaba bien, entró a su habitación y allí empezó mi tormento. Mis bebes no dejaban de moverse y mi mente en pensar en la situación que estaba viviendo. Media noche en la habitación y sentaba de la cama en la oscuridad, contemplo la noche a través del cristal de la ventana, al tiempo que paso las manos por mi vientre.
El cuarto closet es lo más parecido a un puente, uno que ninguno de los dos ha atravesado. La puerta se convierte en añoranzas ante la imposibilidad de llegar a ella, pues necesito cambiarme. Ellos parecen estar molestos por alguna razón que no logro descifrar y sonrió una vez más mirando mi vientre.
—Es hora de dormir —murmuro levantándome de la cama y yendo al cuarto por algo más cómodo —su mamá promete estar quieta si ustedes también—continuó.
Ya dentro del closet el dolor en la pantorrilla me detiene y apoyo las manos en la pared. Un segundo calambre llega y no puedo evitar lanzar una maldición seguido de un quejido.
—¡Joder!
Un movimiento en la puerta del lado de Gregory me dice que ha escuchado, me sorprende la rapidez con la que llega y me toma en brazos. Da la impresión que estuviera detrás de ella, con lo rápido que fue. Me alza en brazos y lleva a su habitación depositando con cuidado en la cama sin hacer preguntas. Su rostro es el reflejo de la preocupación y sonrió de forma tímida al verlo detallar cada parte de mi cuerpo con ojo clínico.
—¿Qué sucede? —pregunta desesperado. —¿Des? —insiste y apoyo mis manos en mi vientre, mordiendo mis labios al no soportar el dolor.
—Calambre... —me quejo intentando llevar mi mano en esa parte, pero me es imposible.
—¿Dónde? —pregunta con una sabiduría y decisión que me hace estar segura, me va a ayudar.
—Pantorrilla.
En segundos sus manos están allí, cierro los ojos ante el alivio que representan sus manos firmes masajeando suave en esa área. Intento hacer lo mismo con mi vientre, porque no seden en su afán de moverse. Por un momento nadie dice nada y observo su imagen de rodillas en la cama y cuidando de mí.
¿Estoy siendo injusta? Tiene razón cuando dice nunca le he dado una oportunidad. No ha negado sus errores o a fingido ser alguien que no es y eso es algo que hay que rescatar
—Tus zapatos, no son cómodos Des —murmura sin cesar en su labor. —también necesitas caminatas sanas, desde mañana empezamos.
Aprovecho el silencio para curiosear su habitación y me encuentro con una del doble de tamaño de la mía. La inmensidad de ella es exagerada y el decorado es idéntico. El dolor va cediendo de apoco y mis pequeños se calman al igual que su madre. La foto de un hombre rubio mayor llama mi atención, tiene la mirada fría y un aire de poder difícil de no distinguir.
—Es el bisabuelo Epson, el fundador de la empresa. No era un buen hombre y sus métodos de tener dineros no fueron ortodoxos, pero quien soy yo para juzgar —habla y al girar la vista me encuentro que ha estado observando mi rostro. —¿Mejor? —pregunta con una sonrisa y asiento sin dejar de verle. —será mejor si duermes aquí, yo podría dormir en el sillón.
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Un Frederick en Apuros
RomanceLibro I Saga Frederick Él vive en la zona más exclusiva de New York y es uno de los herederos del imperio Frederick. Ella en el Bronx, en la peor casa de la zona. Él ha crecido en medio de lujos, viajes, cócteles y mujeres, pero tiene un vacío que n...