11.

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Carlos se encontraba repitiendo en su mente lo que diría cuando viera de nuevo a Eugenia, si quería llevar a cabo el plan tenía que hacerlo lo antes posible, como si el destino estuviese a su favor la vió saliendo del ascensor y corrió hacia ella.

—¡Espera! ¡Euge!– gritaba a lo lejos para impedir que saliera y la perdiera.
Eugenia volteó al reconocer la voz y sonrió sinceramente para dejar de caminar y acercase a donde estaba Carlos.

—¿Pasa algo? Estás hasta sudando–rió por lo bajo, a lo qué Carlos soltó una pequeña risa también, a pesar de lo que había pasado en días anteriores, pareciera que todo seguía igual entre ellos.

—Quería hablar contigo

—Yo también quería decirte algo–interrumpió Eugenia, quería decirle rápido antes de que se le fuera el repentino coraje que había agarrado. —Quería saber saber si querías formar parte de la boda de alguna manera... claro con Isabel.

Carlos se quedó sorprendido por la petición porque era justo lo que estaba buscando, ¿sería que todo se estaba acomodando para que siguiera luchando por ella hasta el último momento? Soltó una pequeña sonrisa y la abrazó.

—Claro que sí. En lo que sea

Al romper el abrazo Eugenia lo miró a los ojos haciendo que su estómago pegara un brinco de aquellos.

—Luego nos pondremos de acuerdo, es muy pronto todavía para planear. Pero cualquier cosa, te mandaré mensaje.

Carlos asintió con la cabeza y dudoso quería seguir haciéndole preguntas sobre la boda pero suponía que todavía no estaba nada muy bien acordado.

—¿Ibas a algún lado?—preguntó Carlos al recordar que ella iba a salir del hotel.

—Solo iba a dar una pequeña vuelta, ¿y tú?

—También, te acompaño.

Decidieron salir y aunque abundaba el silencio, no era uno incómodo, al final de cuentas, eran amigos de toda la vida, y lo incómodo no existía ya entre ellos desde hace tiempo.

—¿Qué tal todo con Isabel?–preguntó Eugenia mientras carraspeaba un poco la garganta.

Carlos se tomó el tiempo para pensar en la respuesta de esa pregunta, pero no sabía si habría una respuesta correcta.

—Digamos que, bien.

No quería agregar misterio pero sabía que no podía dar una respuesta concreta, porque ni el sabía como se encontraban las cosas.

Todavía no le había dicho a Isabel que Eugenia se casaba, porque sabía que empezaría a meter presión sobre cuando le tocaría a ellos, y no estaba en sus planes eso. Sabía que no podía seguir jugando con ella haciéndole creer que algún día pasaría cuando su corazón y mente estaban en otra parte.

Quiero robarme a la novia  | Carlos Sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora