8.

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—¡Isa!–sonrió Eugenia para saludarla de beso. Quería mucho a su prima, después de todo era su prima hermana, y ella no tenía la culpa de haberse enamorado de Carlos, ¿quién en su sano juicio no lo haría?.

Isa sonrió y la abrazó muy fuerte.

—¡Ay! Que bella te ves Eugenia, ¿te has hecho algo?

—Ah tu siempre echándome porras—rió Eugenia empujándola un poco con la mano.

—Carlos no tarda en venir, fue por una sorpresa para ti–guiñó el ojo Isa, haciendo que Eugenia se revolviera incómoda en su asiento, la verdad era que no quería más sorpresas, ya habían sido suficientes las de estos últimos días.

—¿Y qué me cuentas de Charles?–preguntó Isa para tratar de sacarle plática y quitar lo espeso que había quedado el ambiente.

—N-nada—tartamudeó un poco Eugenia. —¿Por qué?

En ese momento llegó Carlos a la mesa saludando a Eugenia, que llegó a salvarla de lo que diría o preguntaría Isa.

—Amor, le estaba preguntando apenas a Euge como iba su relación con Charles—trató de poner al corriente a Carlos con la platica.

—¿Y eso por?–preguntó un tanto incómodo

—¡Pues está guapísimo! Es soltero codiciado y joven promesa de la fórmula 1, te fuiste a las grandes ligas prima—sonrió con sinceridad

Eugenia rió un poco, sabía que era verdad, aunque lo único que le preocupaba era la diferencia de edad, no era mucha, pero a veces cuando se trataba de madurez, lo era todo.

Sus ojos se cruzaron con los de Carlos y de nuevo sintió como su estómago se hundía un poco y volvía a saltar. Parecía que las mariposas querían salir a cómo diera lugar de su estómago.

—Todo va perfecto–sonrió Eugenia. —Quizá pudiese ser el indicado–remató y alzó las cejas con unas sonrisa, para después mirar a Carlos para ver su reacción.

Carlos solamente soltó una pequeña risa sarcástica.

—Ay Gigi, tan romántica como siempre– dijo Carlos antes de tomar de fondo su trago alcohólico.

«Gigi». Tenía años que no la llamaba así, sus ojos volvieron a conectar y sintió la necesidad de besarlo, pero sabía que dentro de poco, tendría que matar todos esos sentimientos que seguían por ahí esparcidos.

Carlos sentía lo mismo, sabía que tenía una disculpa pendiente con ella, por todo, por cómo se comportó, por lo qué pasó, por irrespetarla, por todo.
A pesar de conocerla de siempre, parecía que no habían sido sabios todos esos años pues no sabía qué decir, por donde empezar, o si debería abrirse con ella de una vez, aunque le cueste muchísimas cosas. Siempre pensó que la ocasión se presentaría, y sabía que no era así, que él tendría que hacer que la ocasión se presentara.

—Y bien, ¿mi sorpresa?–preguntó Eugenia para tratar de cambiar el tema.

—Ah claro, Carlos, dásela.

Carlos sacó de su saco una pequeña caja para entregársela a Eugenia en las manos.

—¿Qué es?– dijo Eugenia sacando una llave de la pequeña caja.

—¡Es la llave de nuestra nueva casa en Italia! Queríamos que tuvieras una en caso de que necesites algo, ya sabes. Ah es que nos vamos a mudar juntos, primer paso–contó emocionada Isa.

Eugenia los miró incrédulos.

Quiero robarme a la novia  | Carlos Sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora